Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el
que se llene de ira contra su hermano, será reo de juicio; y el que llame a su
hermano necio, será reo ante el Sanedrín (Mt 5, 21-22).
Jesús,
cuando me enojo con mis hermanos o con mis amigos no es que les llame necio,
sino insultos terribles: cucaracha, rata de cloaca, sabandija, sanguijuela o
cosas peores que hasta pena me da contártelo… Luego, después, me arrepiento y
lo paso mal. Jesús, ¿por qué tendré la lengua tan afilada y larga? ¿Por qué
hago tanto daño a los que más quiero? Jesús, contigo también se metían: Muchos
de ellos decían: Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis? (Jn 10,20),
y les perdonabas siempre. Jesús, quiero ser como tú: Manso y humilde de
corazón (Mt 11,29).
·
Jesús, ayúdame a imitarte.
Ve primero a reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 24).
Jesús,
¡cómo me cuesta pedir perdón! Porque cuando me enojo, siempre creo que es el
otro el que debe pedirme perdón a mí. Incluso llego a la niñada de no
hablar con esa persona durante un tiempo, porque me ha hecho esto o esto otro;
y hasta que no me pide perdón… Y en la cabeza se me pasan todas las posibles
respuestas o burradas que podría hacer para vengarme. Sin embargo, Tú has perdonado
incluso a los que te crucificaban. Que aprenda de Ti a perdonar, a
adelantarme, y pedir perdón.
·
Piensa con quién tienes que hacer las paces, pedir
perdón, y terminas.
Propósito:
Sereno y no “pelar cables”.