Al acercarse a la puerta de la ciudad, he aquí que
llevaban a enterrar un difunto, hijo único de su madre, que era viuda, y la
acompañaba una gran muchedumbre de la ciudad. Al verla, el Señor se compadeció
de ella y le dijo: No llores (Lc 7, 12-13).
Jesús,
este pasaje me gusta porque veo que tienes iniciativa. Nadie te pidió que
fueras a ese pueblo. Tú solito te fuiste a meter en ese lugar. Tú solito buscas
consolar a aquella pobre mamá. Tú solito te pones hacer un milagro que nadie te
había pedido. Jesús, yo en cambio soy una momia pasmada. Para hacer las cosas
me tienen que rogar, y luego las hago a una velocidad de tortuga y a veces con
mala cara.
·
Cuéntale a Jesús en que cosas eres una momia.
Se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se
detuvieron; y dijo: Muchacho, a ti te digo, levántate (Lc 7, 14).
Esta
frase me la puedes decir a mi también, especialmente en las mañanas. Te
explico, Jesús, cuando duermo, duermo como un muerto y me cuesta mucho
levantarme. Siempre me acuerdo de aquel punto de Camino n. 191:Véncete cada
día desde el primer momento, levantándote en punto, a hora fija, sin conceder
ni un minuto a la pereza. Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho
adelantado para el resto de la jornada. ¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en
la primera escaramuza!
·
Háblale a Jesús de cómo es tu levantada.
Propósito:
Vivir el minuto heroico.