domingo, 9 de junio de 2013

No ser momia

Al acercarse a la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar un difunto, hijo único de su madre, que era viuda, y la acompañaba una gran muchedumbre de la ciudad. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: No llores (Lc 7, 12-13).
Jesús, este pasaje me gusta porque veo que tienes iniciativa. Nadie te pidió que fueras a ese pueblo. Tú solito te fuiste a meter en ese lugar. Tú solito buscas consolar a aquella pobre mamá. Tú solito te pones hacer un milagro que nadie te había pedido. Jesús, yo en cambio soy una momia pasmada. Para hacer las cosas me tienen que rogar, y luego las hago a una velocidad de tortuga y a veces con mala cara.
·         Cuéntale a Jesús en que cosas eres una momia.
Se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron; y dijo: Muchacho, a ti te digo, levántate (Lc 7, 14).
Esta frase me la puedes decir a mi también, especialmente en las mañanas. Te explico, Jesús, cuando duermo, duermo como un muer­to y me cuesta mucho levantarme. Siempre me acuerdo de aquel punto de Camino n. 191:Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a hora fija, sin conceder ni un minuto a la pe­reza. Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada. ¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza!
·         Háblale a Jesús de cómo es tu levantada.

Propósito: Vivir el minuto heroico.