Así pues, cualquiera de vosotros que
no renuncia a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 33).
Hace unos meses el Papa Francisco fue
a Brasil. Jesús, por las noticias me enteré que el Papa quiso ir a un barrio
muy pobre y que habló de ayudar a la gente necesitada. A mi me pasa que cuando
oigo esto que dice el Papa, pienso que eso de ayudar a los pobres es un mensaje
para los que son ricos o dueños de bancos. Pero ahora que te lo digo me doy
cuenta que gasto el dinero que me dan mis papás en puras tonteras o caprichos.
Si tengo sed me compro una Coca o un jugo, si tengo hambre lo que sea. Jesús,
yo soy un codo con mi dinero. Ayúdame a ser generoso y que aprenda a
sacrificarme para ayudar en lo que pueda.
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¿Doy limosna de mi dinero o del dinero de mis papás?
Y el que no toma su cruz y me sigue,
no puede ser mi discípulo (Lc 14, 27).
Mira Jesús, que eso de proponerme ser
generoso o desprendido de mi dinero o mis cosas no es tan fácil. Me quedo
muchas veces del diente al labio como dice mi papá. Me doy cuenta que ser
desprendido, es decir no estar prendido, agarrado a mis cosas o dinero a mi me
cuesta. Si alguien me pide prestado me hago el loco, y me pongo hecho un diablo
si alguien agarra alguna de mis cosas.
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Revisa tu closet y mira cuántas cosas tienes que
no usas. Decídete a regalarlas a personas que tienen necesidad.
Propósito: no estar prendido del
dinero ni de las cosas.