domingo, 29 de septiembre de 2013

Domingo XXVI Rico

Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, y cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico (Lc 16, 19-21).

En Brasil, Jesús, me he enterado que el Papa Francisco decía a los voluntarios que el servicio más bonito que podemos realizar es preparar el camino para que todos puedan conocer, encontrar y amar al Señor. Y en ese preparar, me parece que está el saber hacer algo por los más necesitados, por los pobres. Jesús, que yo no quiero ser como ese rico que vivía su vida (banquetes, fiestas) y no se daba cuenta del pobre Lázaro que estaba pasando un hambre terrible.

·        Habla con Jesús y concreta que puedes hacer por los más necesitados.

Te ruego entonces, padre, que le envíes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, para que les advierta y no vengan también a este lugar de tormentos. Pero replicó Abrahán: Tienen a Moisés y a los Profetas. ¡Que los oigan! Él dijo: No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán (Lc 16, 27-30).

Jesús, también son pobres aquellos que viven sin fe, sin quererte. Hoy en esta oración además de concretar hacer algo por los pobres también me quiero decidir hacer mucho apostolado. A quitarme los miedos y dejar de un lado la comodidad.

·        ¿Con quiénes voy hacer apostolado en serio?


Propósito: ayudar a todos los tipos de pobres.