domingo, 18 de mayo de 2014

Hace tanto tiempo que estoy con vosotros…

Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta» (Jn 14, 8).
Jesús, cada vez que sale en los evangelios tu apóstol Felipe, no sé por qué, pero me acuerdo del simpático amigo de Mafalda: Una vez va Felipe por la calle, ve en el suelo una lata vacía y le entran ganas enormes de pegarle una patada. Pero pasa de largo porque se dice que ya no tiene edad para ciertas costumbres infantiles. Sin embargo, ese propósito le dura solo unos metros, así que vuelve sobre sus pasos y sacude un generoso puntapié a la dichosa lata. En la última viñeta Felipe se compadece de sí mismo y piensa: ¡Qué desgracia: hasta mis debilidades son más fuertes que yo!
u Pregúntate si a ti también te vencen tus debilidades.
Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mi ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia (Jn 14, 9-10).
Jesús, tu amigo Felipe sería todo lo crack que quieras: hablaba griego, calculó con precisión el dinero necesario para dar de comer a la multitud… Pero estaba perdido. Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Creo que le pasaba algo parecido al Felipe de Mafalda, estaba en las nubes, en su mundo. Y yo, ¿me entero? Jesús, te voy conociendo poco a poco. Siempre me hablas de tu Padre, que te quiere un montón y tú le quieres con locura. Y de vez en cuando también le hablo al Padre, de ti. ¿Y sabes? Tu Padre siempre está hablando de ti ¿Qué curioso?
u Voy a hablar más al Padre del Hijo y al Hijo del Padre y yo… en medio.

Propósito: Guerra a las debilidades.