He bajado del cielo,
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la
voluntad del que me ha enviado: que no se pierda nada de lo que me dio (Jn
6,35-40).
Jesús,
mi mamá cuando era pequeño me llamaba El Rey de la Casa. Tanto repetirlo
que al final me lo acabé creyendo y ahora me he convertido en El Tirano de
mi Familia: ¡Hay de aquel que ose llevarme la contraria! ¡Hay de aquella
que no haga mi voluntad!... Jesús: Ayúdame a no ser tan déspota con mis
hermanos, ni tan mandón con mis amigos, ni opresor de mi mascota, ni
totalitario con mis padres. ¡Destrona de una vez al tirano de mi yo! Jesús: hágase
tu voluntad en la tierra como en el Cielo, no
mi voluntad.
u Desenmascara
al tirano opresor que hay en ti y en su lugar pon a Jesús.
Ésta es la voluntad de
mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día (Jn 6,40).
En
un Santuario de la Virgen, a la entrada, había un libro de firmas donde los
peregrinos ponían lo que les brotaba de su corazón. En plan curioso leí
y me llamó la atención una firma que decía: ¡Señor! No entiendo nada pero en
ti confío, ¡Ayúdame!
u Termina
diciendo a Jesús: Hágase tu voluntad.
Propósito: considerar
la posibilidad del tiranicidio de mi yo.