La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde (Jn 14, 27).
Rencillas, agobios, incertidumbres, temores…, son el fruto amargo de perder el sentido de la vida. Insatisfacción, desasosiego, angustia…, es la falsa paz que ofrece el mundo. Sólo estar contentín o agustín, y nada más. ¿Cómo? ¿No te sabes el chiste malo?: Ring, Ring… —Si dígame. —¿Está Agustín? —No estoy contentín. Virgen Santa, desde que trato a tu Hijo me has quitado todo esto y me has regalado su Paz. Tu Hijo me ofrece: paz, alegría, equilibrio, esperanza. Nada puede robarme esta felicidad interior. Sólo el pecado, como un ladrón, intentará quitar de mi vida su presencia amorosa. Pero tengo un sistema de vigilancia que es hacer el examen de conciencia antes de dormir. ¡Qué bien se duerme! ¡La mejor almohada es una conciencia tranquila!
u Que no me olvide que la paz es consecuencia de la “lucha”.
Os he dicho: Me voy y vuelvo a vosotros (Jn 14, 28).
¿Y si algún día meto la pata? Pues entonces me acordaré de los anuncios sobre el tráfico que hay en las carreteras: Lo importante es Volver. Volveré una y otra vez a mi Jesús con el sacramento de la paz y de la alegría, la Confesión.
u ¿Después de una caída corro a confesarme?
Propósito: saber volver.