“Una gran señal apareció
en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza
una corona de doce estrellas” (Ap 12,1).
Hoy, Madre mía,
terminamos con broche de oro tu Novena. No puedes estar más que contenta por el
cariño que hemos derrochado estos días. Cada propósito, como una flecha, ha
llegado hasta tu maternal corazón. Como todas las madres buenas del mundo en el
día de su fiesta, hoy nos tienes preparada una sorpresa: todo lo que hemos rezado,
todo lo que hemos ofrecido estos días… nos lo devuelves con creces a través de
la presencia de tu Hijo en nuestra alma en gracia. Hoy, en Misa, en la
Comunión, repetiré muchas veces: ¡Qué buena eres, Madre mía!, ¡Qué rebuena
eres, que super mamá eres….!
Agradece
a Jesús lo buena, guapa y elegante que es “nuestra”Madre.
“Y se abrió el templo
de Dios en el cielo y en el Templo apareció el arca de su alianza” (Ap 11,19).
¡Ah! He leído mal… ya
decía yo. ¿Cómo iba a aparecer en el cielo una “tarta” de alianza?; dice arca,
no “tarta” -Pero ¿y por qué no va haber hoy tarta o pastel? ¿No es hoy la
fiesta de mi Madre? ¿Conozco alguna fiesta de mamá sin tarta? -Pues, entonces…
“Y apareció en la comida una gran tarta…” de cheesecake estilo New York, o un
Selva Negra, o un …
Termina
agradeciendo a María tantas cosas buenas, también el pastel.
Propósito: partir un
pastel en honor de la Virgen en la casa.