jueves, 7 de mayo de 2020

“Buen olor de Cristo”


Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo «Os aseguro: el criado no es más que su amo»” (Jn 13,16).
Jesús, al lavar los pies a los apóstoles les estás grabando a fuego la clave de tu paso por la tierra: ser Dios es ser servidor de los demás. No basta saberlo, hace falta ponerlo en práctica cada día. Y ahí estaban los pies de Judas, el traidor. ¡Qué cariño pondrías! Seguro que te esmeraste. Jesús, quiero ser como Tú, con un corazón grande, que sepa querer a todos, lavar los pies hasta de los que me pisan, de los que me ponen zancadillas.
Pregúntate a quien puedes lavar los pies...
«Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, recibe al que me ha enviado» (Jn 13,20).
Jesús, aquel día no había forma de hacer callar a mi hermana pequeña recién nacida. Mi madre tuvo que salir un momento y la criatura no dejaba de llorar. Intentamos de todo… hasta que, mi hermana mayor fue al armario de mi madre, se roció generosa-mente con su perfume, y, fue mano de santo: al coger a la niña, la criatura reconoció el olor de su madre y engañada se calmó al instante. Pensé en lo del “Buen olor de Cristo”. Jesús, que siem-pre lleve tu buen olor allá donde quieras enviarme.
Ni Chanel 5, ni imitaciones: perfumarme con “el buen olor de Cristo”.
Propósito: perfumar el ambiente.