Sed
misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis
juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados;
dad y se os dará (Lc 6, 36-37).
Jesús,
qué fácil es criticar, murmurar, marujear, despellejar vivo a
alguien, sin conocer los verdaderos motivos por los que hacen las cosas, que
sólo Tú conoces. Es muy fácil criticar, pero es muy difícil valorar el daño que
puedo causar con mis críticas. Las palabras pueden dar vida o matar. Su
manejo debe ser tan delicado como el de los explosivos, el material
radioactivo, los venenos y las medicinas, que se dosifican en fracciones de
miligramos. Las palabras, una vez pronunciadas o escritas, toman aliento y una
libertad imprevisible. Van de acá para allá, haciendo mucho daño. Y si “pelo
cables” puedo decir o escribir una barbaridad sin darme cuenta.
u
Jesús, si no es para hablar bien de alguien, mejor me
quedo calladito.
Dad
y se os dará (Lc 6,37).
Jesús,
a veces, soy muy tacaño con mis cosas, con mi tiempo, con mis ambiciones. No sé
dar, no sé darme. Me doy cuenta de que esta actitud me empequeñece el corazón
y, por eso, me hace incapaz de recibir tus dones. Hoy quiero aprender de Ti a
ser generoso, y darte todo lo que me pidas: Mis ojos, mis oídos, mi
lengua y mi corazón;… tómalo, tuyo es y mío no (Santa Rita, Rita, lo
que se da no se quita…).
u
En concreto, ¿cómo le vas a pedir ayuda a Jesús para
dar de lo tuyo a los demás? ¿Qué tal si te apuntas a ayudar en una catequesis?
Propósito: Morderme la lengua si voy a criticar.