Pedid
y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que
pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y al que llama se le abrirá (Mt
7, 7-8).
Bueno,
Jesús, pero la verdad es que a veces te pido, te busco
o llamo y… ¡no hay manera! ¿Dónde te metes? ¿Por qué no me haces
caso? ¿Por qué te escondes? ¿Por qué te gusta tanto desaparecer? Y en el fondo del
alma me susurras: Acuérdate de lo que es La Providencia, el cuidado
amoroso con el que Dios vela por todo, y cada cosa tiene su tiempo. Dicen
que una viejita, que vivió muchos años, escribió: Dios nunca llegó cuando
yo se lo pedí, pero jamás llegó tarde.
u Jesús,
que aprenda a ser perseverante en la petición y paciente en la espera. Cuéntale
en qué momentos pierdes la
paciencia y la serenidad.
Pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto
más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas a quienes le pidan?
(Mt 7, 9).
Como
dice San Josemaría: ¿En qué negocio humano te pueden dar más seguridades de
éxito? Jesús, que me acostumbre a pedírtelo todo, a ser muy pedigüeño. Y
entonces aprenderé a descubrir en los acontecimientos de cada día tu mano
amorosa: Tu mano de padre que me quiere, que me cuida, que me forma y, tal vez,
que me poda, como a los árboles, para que dé más fruto.
u Sigue
por tu cuenta pidiéndole a Jesús por tu familia y amigos.
Propósito: Haz tu lista de pedidos.