Yo
he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniera en nombre
propio, a ése lo recibiríais (Jn 5, 42).
Jesús,
fíjate si soy dundo que a veces pienso que ya te conozco lo suficiente y que me
cansas. Entonces ya no te recibo. E incluso me quejo cuando tengo que estudiar
el catecismo o asistir a una plática. —¿¡Otra vez Misa…?! ¡Vaya
rollo…! Tú, que te me acercas, que quieres ser mi amigo, y yo… no te
recibo. Y, además digo que no tengo tiempo, que tengo mucho que estudiar o que
hacer otras cosas. Jesús, que te reciba siempre con alegría en los sacramentos,
en los medios de formación.
u Jesús,
te pido por los pesados que
se preocupan de mi formación.
¿Cómo
podéis creer vosotros, que recibís gloria unos de otros, y no buscáis la gloria
que procede del único Dios? (Jn 5, 43).
Jesús,
me doy cuenta que la fe se robustece con el estudio y con la formación.
No es lógico que vaya creciendo en mi cultura, mi ciencia, mi capacidad, mis
estudios y continúe con una formación religiosa de primera comunión. Ya
va siendo hora de sustituir en el alma los dientes de leche de niño por
una dentadura fuerte: con mi formación y doctrina echaré el diente a cualquiera
que se ponga por delante y pretenda decirme que no existes. Jesús, mi
inteligencia es un chispazo de tu Sabiduría y, por eso, nada hay más razonable
que creer y estoy dispuesto a demostrarlo… Jesús, que “eche chispas” de las
buenas, es decir que mis razones y palabras hablen de Ti.
u Dos
más dos: Cuatro. Dos más Dios: Infinito (y yo soy el dos)
Propósito: abrir
la puerta.