El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por
mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él (Jn 14, 21-22).
Jesús de mi alma, que me convenza que los mandamientos no son
barreras, prohibiciones: “no mires, no toques, no pienses ¡que stress!” Los
mandamientos me marcan el mejor camino para amar mucho en la tierra y después
llegar hasta el Cielo. Si quiero ir a Nicaragua, encuentro un cartel que dice A
Nicaragua y sigo otro que dice A México, es que soy
tonto. Esas señales no me quitan libertad, me ayudan a ejercitarla. Madre mía,
quiero que seas como la policía. Si ves que voy perdido me pones la sirena
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No acostumbrarme a
saltar las señales (Mandamientos).
Si alguno me ama,
guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en
él (Jn 14, 23).
Mi alma es una casa. Está limpia cuando vivo en Gracia, lleno de
la fragancia y del Amor de Dios. En ella habita Dios. ¡Soy Templo de
Dios!: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios es mi huésped. Está
en mí mientras no lo expulse por el pecado mortal. La llave está en mi mano. La
casa es pobre, pero la Santísima Trinidad la embellece con su presencia. Hoy
Dios mora en mí, en la eternidad yo moraré en Dios.
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Termina considerando
que eres “morada”, Templo de Dios.
Propósito: El que quieras…