Les dijo Jesús:
Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Le contestaron: No. (…) Cuando descendieron a
tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan. (…) Jesús les
dijo: Venid y comed (Jn 21, 5.9).
Jesús, les demuestras con muchos detalles a los apóstoles lo mucho
que les quieres. Sabes que han estado trabajando, Tú tienes que decirles y
enseñarles cosas muy importantes, pero lo primero es que te preocupas de que
coman. Y no te limitas a decirles que busquen comida, si no que Tú mismo les
cocinas. Jesús, quiero aprender a servir y a querer a los demás como Tú les
quieres y sirves. Que no me vuelva una persona que se limita a dar buenos
consejos (por ejemplo: ¿estás cansado? Descansa; ¿Tenés hambre? Busca qué
comer), si no que sirva a los demás.
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¿Conozco los gustos de
los demás? ¿Me adelanto a servir, especialmente en mi familia?
Aquel discípulo a quien
amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor! (Jn 21,7).
Jesús, Juan tenía una vista de lince, de águila. La barca estaba
bastante lejos, pero bien que te reconoció. Dicen que el amor es ciego, pero
resulta que es al contrario: El amor dilata las pupilas. Pero hay
algo que no me parece bien: Jesús, ¡menuda caradura la de San Juan! ¿¡Cómo si
yo no te amara, tanto o más…!?. Que San Juan me perdone, pero eso de decir que
él es el discípulo amado no me parece bien. Y en el fondo de mi
corazón oigo que me dices: obras son amores y no buenas razones.
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Compite con San Juan en
el amor a Jesús. A ver quién gana.
Propósito: ganarle a San Juan.