¿Quién de
vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el
campo y va en busca de la que se perdió hasta encontrarla? (Lc 15, 3-4).
Pues depende, Jesús, porque nosotros amamos poco…, pero cuando una
cosa me interesa bien que la busco. Me acuerdo el día que perdí mi USB, puse
toda la casa patas arriba…, todo un relajo. Tu Misericordioso Corazón, en
cambio, siempre sufre cuando me alejo de Ti, y me mandas mensajes y mensajeros
para que vuelva. Por eso me sirve tanto mirar el Crucifijo de mi cuarto y
cuando me entran tentaciones de ser una oveja perdida miro la llaga de tu
costado, de tu pecho, y veo lo que me quieres.
▶Métete en la llaga del Corazón de Cristo y dile que te cure.
Y, cuando la
encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y, al llegar a casa, convoca a los
amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja
que se me perdió (Mt 15, 5-6).
Quiero consolarte, Corazón doliente de Jesús, yo no deseo ser una
carga para Ti, haz que nunca me aleje, que no deje nunca la Eucaristía y la oración…
Si yo me alegro cuando un amigo mío oveja perdida se vuelve bien portado, ¡cómo
de grande será la alegría del Cielo! Se alegra tu Corazón Sacratísimo y tu
Madre, todo el cielo y en especial el Ángel de la Guarda del perdido, porque él
ayuda al Pastor a encontrar y cargar a la oveja descarriada.
▶Cuéntale al Corazón de Jesús de tus amigos perdidos.
Propósito: Hacer
relajo en el Cielo llevando amigos a la Confesión.