viernes, 5 de mayo de 2017

¡Viva Jesús Sacramentado!

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá eternamente (Jn 6,51).
Fue en una excursión al monte. Al comienzo de la ascensión, los árboles nos protegían con sus sombras. Al dejarlos atrás, conforme subíamos, se nos abría un paisaje cada vez más espléndido. Uno de los muchachos, que no dejaba de mirar el celular, gritó horrorizado: ¡Nos hemos perdido! ¡No tengo cobertura!... Era lo peor que nos podía pasar, el mundo esta­ba incomunicado… Efectivamente no había ninguna antena cerca. No sé por qué, pero pensé cual sería el Sagrario más próximo. Jesús, hoy te pido: ¡Que nunca pierda tu cobertura!
¿Tengo localizados los Sagrarios más próximos? ¿Busco buenas coberturas?
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna (Jn 6,54).
Otra excursión al monte. Coronamos la cima ya a la hora de comer. Mientras comíamos, se podían distinguir muchos pueblos agrupados en torno a su Iglesia. ¿Por qué no hacemos la Visita?, dijo uno. Como no sea a las vacas, soltó el gracioso de turno. Y a muchos kilómetros de distancia, y a muchos metros de altura, cada uno eligió su Sagrario: ¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!... A Jesús le encantó.
Einstein se equivocó: La oración viaja más rápido que la luz.

Propósito: no perder cobertura.