Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este
pan, vivirá eternamente (Jn 6,51).
Fue en una excursión al monte. Al comienzo de la ascensión, los
árboles nos protegían con sus sombras. Al dejarlos atrás, conforme subíamos, se
nos abría un paisaje cada vez más espléndido. Uno de los muchachos, que no
dejaba de mirar el celular, gritó horrorizado: ¡Nos hemos perdido! ¡No tengo
cobertura!... Era lo peor que nos podía pasar, el mundo estaba
incomunicado… Efectivamente no había ninguna antena cerca. No sé por qué, pero
pensé cual sería el Sagrario más próximo. Jesús, hoy te pido: ¡Que nunca pierda
tu cobertura!
¿Tengo
localizados los Sagrarios más próximos? ¿Busco buenas coberturas?
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna (Jn 6,54).
Otra excursión al monte. Coronamos la cima ya a la hora de comer.
Mientras comíamos, se podían distinguir muchos pueblos agrupados en torno a su
Iglesia. ¿Por qué no hacemos la Visita?, dijo uno. Como no sea a las
vacas, soltó el gracioso de turno. Y a muchos kilómetros de distancia, y a
muchos metros de altura, cada uno eligió su Sagrario: ¡Viva Jesús
Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!... A Jesús le encantó.
Einstein
se equivocó: La oración viaja más rápido que la luz.
Propósito: no perder cobertura.