En la casa de mi Padre hay muchas moradas (…) cuando haya marchado y
os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí, para que,
donde yo estoy, estéis también vosotros Jn 14, 2-3
Jesús mío, cuando me proponen ir de excursión o visitar algún
sitio, aunque sea el lugar más bonito del mundo pregunto: ¿Y quién más va? ¿Y
no va fulanito?... Pues si “él” no va, yo tampoco. Y es que no es tan importante
el sitio como las personas que nos acompañan. Virgen Santa, y pensar que un día
estaré contigo y con Jesús y con San José... Felicitaré a mi Ángel de la
guarda, ¡Qué paciencia!, abrazaré a Juan Pablo II, me reiré con el buen humor
de San Josemaría. Siempre rodeado de personas tan queridas ¡Me muero de ganas!
Habla
tú con Jesús y dile como te gusta que te preparen la habitación.
Le respondió Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” Jn 14, 6.
Se equivocaba el Poeta cuando escribió: “Caminante, son tus
huellas el camino y nada más / Caminante no hay camino, se hace camino al
andar” ¿Cómo que no hay camino?, ¿Y la huellas que nos ha dejado
Cristo?... Son huellas profundas, porque llevaba el peso de la Cruz. Los
cristianos tenemos claro el Camino lleno de Vida, de alegría, porque es Verdad.
Como Sta. Catalina de Siena diremos: “el Camino que nos lleva al Cielo, ya es
un Cielo”.
Dile
a Jesús que quieres seguir sus “huellas” y luego terminas
Propósito: seguiré las huellas.