jueves, 27 de agosto de 2020

Es cuestión de estar rezando

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa (Mt 12, 42).

Jesús, ahora venden unas alarmas espectaculares. Pones un código y la casa entera está protegida. Según yo, esto bastaba, pero me explicó mi papá que siempre hay que estar atento; porque si la alarma suena y no la oyes, de nada sirvió. Cómo me gustaría tener una alarma contra las tentaciones. Creo que la clave está en la oración. Voy a procurar tener encendida la alarma de pequeñas oraciones vocales: pondré rayos infrarrojos de visión sobrenatural, y sensores térmicos para que no disminuya la temperatura espiritual de mi alma.

Para encender la alarma: Ángel de la guarda, dulce compañía…

¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso…? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así (Mt 12, 45-46).

Yo también tengo encargos en mi casa, Jesús. No son gran cosa: poner la mesa, darle de comer al chucho, etc. Pero a veces, prefiero más las misiones de Fortnite, que las que me pone mi papá. En las del videojuego sobrevivo a tormentas, francotiradores, y además me echo mi bailecito. Pero ese mundo no existe. Con lo que me pide mi papá, salvo el orden y la armonía de mi casa, que sí es real. Creo que me voy a tomar más en serio las misiones que me da mi papá.

Ser más heroico en la llamada al deber que me hace mi papá

Propósito: Cumplir con los encargos que me dan en casa.