miércoles, 11 de febrero de 2015

¡Te basta mi gracia!

Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difama­ción, orgullo, frivolidad (Mc 7,14-23).

Jesús, algo me sospechaba. ¿Por eso dentro de mí encuentro tantas ganas de chinchar a mis hermanos, llevar la contraria a mis papá, hacer rabiar a mi perro, mentir, engañar...? Me pasa como a S. Pablo: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quieroJesús, y todo este mal, ¿de dónde sale? ¿Quién lo ha puesto? Si yo no soy malo, ¿por qué a veces hago daño a los que más quiero? Y me responde S. Pablo: No soy yo quien lo realiza, sino el pecado que habita en mí. Tras el triste episodio de Adán y Eva, el pecado original, nos ha llegado a cada hombre, a mí también.

u  ¿Estás dispuesto a luchar?

¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Mc 7,14-23).

Y San Pablo escuchó: Te basta mi gracia. Jesús, la Gracia que me das en tus sacramentos es el antídoto contra el veneno del mal, con­tra el pecado. Porque donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (Rm 5,20). Necesito mucho antídoto, necesito mucha gracia.

u  Reza la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) para que en todas las familias haya mucha gracia y no veneno de andarse hiriendo unos a otros.


Propósito: ponerme el antídoto.