sábado, 7 de febrero de 2015

¡No te dejo ni a sol ni a sombra, ¡siempre contigo!

Y les dice: —Venid vosotros solos a un lugar apartado, y des­cansad un poco (...) Y se marcharon en la barca a un lugar apartado ellos solos (Mc 6, 32-33).

Pobrecillos. Los discípulos debían estar cansadísimos... Jesús, ¡cómo te preocupas por tus apóstoles! ¡Cómo les cuidas!... ¡Cómo también me cuidas a mí! A Pedro, cuando estaba muy cansado, quizá se le rizaban las barbas y a Mateo tal vez le brillaba un poco más la calva. Son detalles que sólo perciben los ojos de los que aman. Y Tú, Jesús, te dabas cuenta enseguida: Eres un padre con ojos y corazón de madre.

u  Cuéntale lo cansado que estás para que te reserve sitio en su barca.

Venid a mí todos los que estéis cansados y agobiados (Mt 11, 29).

Eso va por mí, diría San Pedro; ¡Y por mí!, añadió el de la calva relu­ciente. Venid vosotros solos a un lugar apartado. Y te los llevaste, no a cualquier sitio, sino... ¡de crucero! ¡De crucero en la barca de Pedro por el Mar de Galilea! Jesús me enseñas a estar pendiente de los demás. Ayúdame a darme cuenta si mi papá o mi mamá están cansados o necesitan ayudan.

u  Reza la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) pidiendo para que en las familias todos sepamos ayu­dar a los demás.


Propósito: irme de crucero con Jesús.