viernes, 20 de marzo de 2015

Jesús, que no se me arrugue el ombligo

Entonces, algunos de Jerusalén decían: ¿No es éste el que buscan para matarle? Pues mirad cómo habla con toda libertad y nada le dicen (Jn 7, 25).
Jesús, te buscan para matarte; tu vida corre peligro pero no te escondes, sino que continúas con tu misión de enseñar el Evangelio a todas las gentes. En cambio yo, Jesús, cuánta cobardía tengo a veces. Veo que debería decirle algo a ese amigo, o cortar una conversación cochina, o defender a la Iglesia o al Papa ante esa crítica. Pero se me arruga el ombligo y me quedo allí arrinconado, escondido en mi silencio, y pierdo una oportunidad estupenda de darte a conocer. Me gana el miedo al qué dirán y me quedo calladito.
u Dile a Jesús que te de una buena dosis de VALENTÍNA® (vía oral).
Jesús, enseñando en el Templo clamó: Me conocéis y sabéis de dónde soy (Jn 7, 28).
Jesús, quiero conocerte cada vez mejor. Quiero enterarme bien de tu vida para tratarte, quererte y luego poder transmitirla a los demás. Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo. —Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera? (Camino 382).Y cuando no entienda algo, que no me quede con la duda; lo preguntaré en la dirección espiritual y de paso comprarme un Compendio del Catecismo.
u Di a Jesús que le quieres conocer mejor cada día y terminas.

Propósito: tomar VALENTINA®.