martes, 10 de marzo de 2015

Setenta veces siete: son cuatrocientas noventa

Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le respondió: No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete (Mt 18, 21-22).
Jesús, ¿tiene límite la capacidad de perdonar?: Sí, tiene un límite; el mismo que la capacidad de amar. Si amo poco, perdonaré poco; si amo mucho, perdonaré mucho. Jesús, perdona, otra pregunta tonta: ¿Cuánto he, pues, de amar a mi hermano? Tu respuesta es clara: Amaos los unos a los otros como Yo os he amado, es decir, sin medida ni límite. Jesús, a mí esto me cuesta mucho porque me doy cuenta que soy muy egoísta. ¡Ayúdame!
u Jesús, yo como la Madre Teresa: Ama hasta que te duela.
Entonces su señor lo mandó llamar y le dijo: siervo malvado, yo te he perdonado toda la deuda porque me lo has suplicado. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero (Mt 18, 32-33)
Jesús, a veces me siento incomprendido: Mis papás, un amigo o un compañero. Y, entonces, respondo con el látigo de mi indiferencia, o con detalles irritantes y palabras cortantes (si estoy que echo chispas). Y no me paro a pensar que quizá la otra persona se está esforzando por acercarse a mí, y tal vez soy yo el que estoy cerrado. Jesús, hoy me pides que sepa comprender y disculpar al prójimo, pues es también una exigencia de amor. Además, cuanto más intente comprender a los demás, poniéndome en su lugar, mejor me comprenderán ellos a mí.
u Pregúntate: ¿A quién ignoro? ¿A quiénes tengo manía?... y terminas.

Propósito: No usar el látigo de mi indiferencia.