Sucedió un
sábado que, al atravesar los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y,
desgranándolas con las manos, las comían (Lc 6, 1).
Los apóstoles como
están contigo Jesús, no se preocupan si los demás les critican o hablan bien de
ellos. No tienen miedo al qué dirán. Son ellos mismo. Muchas veces,
Jesús, me doy cuenta que para caerles bien a los demás miento o no digo lo que
realmente pienso que es bueno. Me da miedo que piensen que me tomo demasiado
en serio a Dios. Jesús, yo no quiero ser un carreta o un mentiroso. Ayúdame
a ser coherente siempre. A ser yo mismo, pero no, el “yo mismo” salvaje, sino
el “yo mismo” que anda siempre a tu lado.
u Pregúntate:
¿digo mentiras por quedar bien?
Y les
decía: El Hijo del Hombre es Señor del sábado (Lc 6, 5).
Me parece entender
Jesús, que si me doy cuenta de que Tú estás por encima de todo y de todos, lo
que me debe importar es lo que digas y pienses de mí. Así seré siempre
coherente y fiel a Ti. El año pasado, por estas fechas, andaba en carreras para
ir a la beatificación de Don Álvaro del Portillo. ¡Qué ejemplo de hombre! Era
un hombre muy fiel y por eso siempre estaba sereno y alegre. Y entiendo que
estuviera sereno y alegre porque vivía sólo para darte alegrías a Ti sin la
preocupación de buscar gloria humana.
u Pregúntate
otra vez: ¿digo mentiras por quedar bien?
Propósito: No decir mentiras.