sábado, 5 de septiembre de 2015

De carreta a carretero, se vuelve un gran cuentero

Sucedió un sábado que, al atravesar los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, desgranándolas con las manos, las comían (Lc 6, 1).
Los apóstoles como están contigo Jesús, no se preocupan si los demás les critican o hablan bien de ellos. No tienen miedo al qué dirán. Son ellos mismo. Muchas veces, Jesús, me doy cuenta que para caerles bien a los demás miento o no digo lo que realmente pienso que es bueno. Me da miedo que piensen que me tomo demasiado en serio a Dios. Jesús, yo no quiero ser un carreta o un mentiroso. Ayúdame a ser coherente siempre. A ser yo mismo, pero no, el “yo mismo” salvaje, sino el “yo mismo” que anda siempre a tu lado.
u Pregúntate: ¿digo mentiras por quedar bien?
Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor del sábado (Lc 6, 5).
Me parece entender Jesús, que si me doy cuenta de que Tú estás por encima de todo y de todos, lo que me debe importar es lo que digas y pienses de mí. Así seré siempre coherente y fiel a Ti. El año pasado, por estas fechas, andaba en carreras para ir a la beatificación de Don Álvaro del Portillo. ¡Qué ejemplo de hombre! Era un hombre muy fiel y por eso siempre estaba sereno y alegre. Y entiendo que estuviera sereno y alegre porque vivía sólo para darte alegrías a Ti sin la preocupación de buscar gloria humana.
u Pregúntate otra vez: ¿digo mentiras por quedar bien?

Propósito: No decir mentiras.