Le traen
un sordo y mudo, y le ruegan que le imponga su mano. Y apartándolo de la
muchedumbre, metió los dedos en sus orejas, y con saliva tocó su lengua (Mc 7,
32-33).
En este milagro hay un
detalle que me gusta mucho. Jesús, a aquel pobre sordo y mudo te lo llevas
aparte para curarlo. No quieres que sea un show y te lo llevas aparte para
poder estar con él. Lo mismo pasa en la confesión. La confesión es uno a uno,
sólo con el sacerdote para que podamos decir nuestros pecados con claridad y no
hacer un espectáculo el pedirte perdón. ¡Jesús, ayúdame a valorar la confesión!
u ¿Soy
claro y totalmente sincero al momento de confesarme?
Y mirando
al cielo, dio un suspiro, y le dice: Effetha, que significa: ábrete. Al
instante se le abrieron los oídos, quedó suelta la atadura de su lengua y
hablaba correctamente (Mc 7, 34-35).
Este San Marcos, Jesús,
es divertido. Fíjate que dice que el ex-sordo hablaba correctamente. Y la cosa
es que nunca había hablado antes. Pero bueno, supongo, Jesús, que ese hablar
correctamente se refiere a que te daba las gracias a Ti y a Dios Padre, y que
aquel día hasta se llegó a quedar afónico de tanto hacer apostolado y hablar
hasta los codos de Ti. Tal vez, Santa María a la noche le dio un té de
eucalipto con limón al pobre ex-sordo y mudo. Yo, Jesús, sólo me he quedado
afónico por una gripe o por estar gritando en un partido de fut. ¡Ayúdame hacer
apostolado!
u Habla
mucho de Dios a fuerza de buenas obras
Propósito: Quedarme afónico de hacer
apostolado.