Una vez en
casa, les preguntó: –«¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron,
pues por el camino habían discutido quién era el más importante (Mc 9, 33-34).
Jesús, esa discusión de
tus discípulos me recuerda los pleitos que a veces tenemos en el carro con mis
hermanos. Tiene que ver con quién se sienta adelante. Me debería de dar igual,
lo sé. Pero ir adelante implica tener el control del radio y elegir la música.
Si no, le toca a uno ir con audífonos como si no tuviera familia. Cuando
estamos en esas, intento llevar la discusión a términos tan absurdos como, por
ejemplo, que el que debería ir adelante es el que tiene mejor gusto musical: es
decir, yo. ¿Será posible que sea tan egoísta?
u Ser
generoso es oír la música que le gusta a tus hermanos.
Jesús se
sentó, llamó a los Doce y les dijo: –«Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos.» (Mc 9, 35).
Me emociono al verte
así de cariñoso, Jesús. Otro les hubiera pegado una buena gritada a los
apóstoles. Tú, en cambio, los reúnes, y les explicas con cariño las cosas.
Ayúdame a mí también, Jesús. Quiero entender que no es ni más listo ni mejor el
que “sale ganando”, a base de hacer de menos a los demás. No es más listo el
que se sirve primero y agarra el pedazo más grande; ni el que corre más y se
logra sentar adelante en el carro.
u Dejarle
lo mejor a otro. Ser el último. Eso sí quiere ganas.
Propósito: Aprenderme los gustos de mis
hermanos.