Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas (Lc
2, 47).
Hoy en esta fiesta de la Virgen, quiero pedirle un
corazón como el de Ella. Santa María, alcánzame la gracia de saber admirarme de
Jesús. Entiendo que la vida cristiana es hacer las cosas por amor a Dios, pero
muchas veces me doy cuenta de que le quiero muy poco a Dios. Madre mía, cuando
me viene la pereza abandono muy fácilmente lo que tengo que hacer o bien no
concreto mi oración en propósitos, si me enojo pierdo la cabeza y loqueo, y me
cuesta dominarme… Dulce corazón de María sé la salvación mía.
► Sigue hablando con María sobre tu lucha por amar de
verdad a Jesús.
Y su madre
guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 2, 51)
Esta frase del Evangelio, Madre mía, me hace pensar en
todas esas cosas buenas que guardabas en tu corazón: recuerdos de Jesús niño,
de Jesús adolescente, tus conversaciones con José, tus deseos de servir a Dios,
etc. Sólo guardabas cosas buenas. En cambio, en mi corazón yo a veces guardo
cosas buenas mezcladas con tonteras: goles, canciones que me gustan, enojos y
hasta recuerdos de unos pecados.
► Sigue pidiendo a la Virgen que te consiga un corazón
puro con deseos de hacer mucho apostolado.
Propósito: Una buena confesión para limpiar el corazón.