Y vio dos barcas que estaban junto a la orilla (…) Subió a una de las
barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Y sentado
enseñaba desde la barca a la multitud (Lc 5, 2-3).
Recuerdo Jesús lo que me contaron, cómo te metiste en
la barca –en la vida– del muchacho Josemaría cuando aún no tenía 15 años… quizá
hablaba de él mismo cuando escribió: «Jesús ve aquellas barcas en la orilla y
se sube a una. ¡Con qué naturalidad se mete Jesús en la barca de cada uno de
nosotros! Cuando te acerques al Señor, piensa que está siempre muy cerca de ti
(…). Lo encontrarás en tu corazón» (San Josemaría, Santo Rosario).
► Pregunta San Josemaría cómo dejar a Jesús meterse en
tu barca.
Dijo a Simón:
—Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó: “Maestro, nos
hemos pasado la no- che bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra,
echaré las redes”. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan
grande,
Simón aunque veía los inconvenientes, se los saltó de
un solo. San Josemaría se puso a rezar y portarse aún mejor para ver lo que
Dios quería que hiciera. Y yo… que pongo tantas excusas. «¡Mar adentro! —
Rechaza el pesimismo que te hace cobarde (…) y echa tus redes para pescar.
Debemos confiar en esas palabras del Señor». (San Josemaría, Santo. Rosario).
► Y ahora, cuéntale cómo reaccionas al oír: “¡mar
adentro!”
Propósito: Dejar que Jesús sea el capitán.