jueves, 5 de noviembre de 2020

Amando a Dios, quiero a mis padres

 

Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo
(Lc 14, 25-26).

Jesús, ¡qué duras son estas palabras! ¡Qué difíciles de entender! Jesús, vamos a ver si me aclaro: ¿No nos has pedido que amemos a nuestros enemigos y a los que nos injurian? ¿No nos has pedido en el Mandamiento Nuevo que queramos al prójimo como Tú les quieres? Entonces, ¿a qué viene eso de odiar a los seres queridos? ¿Qué nos quieres decir? Jesús, Tú querías con locura a tu Madre Santísima y a San José y nos has dado ejemplo de cuidar a la Familia. Querías un montón a los apóstoles, San Juan se llama el Discípulo amado. ¿Cómo se entiende esto?

Jesús, aunque soy un poco corto, ten paciencia y explícamelo todo.

Y bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto
(Lc 13, 34).

Jesús, esta frase de Evangelio nos resume cómo querías a tus padres. Sin embargo, cuando te pierdes en el Templo, haciéndoles sufrir les recuerdas: ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre? (Lc 2, 49). Jesús, amando a tu Padre sobre todas las cosas, obedeciendo fielmente a la misión que Dios te había confiado, has amado a tus padres más que a nadie en la tierra. Que aprenda de tu vida a amar a mi familia con hechos, y a amar más aún a Dios, cumpliendo siempre y en primer lugar tu Voluntad.

Piensa que Voluntad de Dios es, como hizo Jesús, amar a tu familia.

Propósito: no estar molestando.