domingo, 22 de noviembre de 2020

Cristo Rey. ¡Queremos que reines sobre nosotros!

 

Pilato le dijo: – Conque, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: – Tú lo dices: soy rey (…) Y los soldados se acercaban a Él y le decían: Salve, Rey de los judíos. Y le daban bofetadas
(Jn 18, 37. 19, 2).

Jesús, quiero que Tú seas mi Rey, mi soberano. Hasta ahora el reyezue­lo que te ha quitado el trono, que me tiraniza, ha sido mi pereza, el egoísmo, la impureza. Jesús, no sólo esto, sino que además esclavizo a los demás como le sucedía al personaje del Principito: —¡Ah! He aquí un súbdito, —exclamó el rey cuando vio al Principito. Y el Principito se preguntó: —¿Cómo puede reconocerme si nunca me ha visto antes? No sabía que para los reyes el mundo está muy simplificado: Todos los hombres son súbditos. Jesús, ayúdame a derrocar al tirano de mi yo. Quiero que Tú sólo seas mi REY.

Dile que liberarás a todos tus esclavos: tu madre, hermanos, amigos…

Portones, ¡alzad los dinteles! Que se alcen las puertas eternas, va a entrar el Rey de la Gloria
(Salmo 23).

Jesús, ¡quiero que reines en mi vida, en mis pensamientos, en mi cora­zón! ¿Quieres ser mi Rey? Pero de verdad, no como los reyes de la bara­ja... Y me respondes: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo (Jn 18, 37). En la fiesta de hoy Cristo Rey, Jesús: ¿En qué lugar de mi vida todavía no te dejo reinar? Jesús, yo sí quiero que seas: mi Rey, mi Alma, mi Dios, mi Único, mi Todo...

Coronar a Cristo en mi alma.

Propósito: no ser republicano (en la vida interior).