martes, 3 de noviembre de 2020

Hoy invita la casa

 

Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado
(Lc 14, 12-13).

Jesús, a mí, lo que de verdad me cuesta, es invitar a bocadillo, sobre todo cuando es de jamón: ¡me vuelven loco! En los recreos los de mi clase, como moscas, zumban a mi alrededor: -me das… -sólo un poco… -¡porfa…! Y yo les intento explicar que hay que ser hermanos pero no primos, pero al final siempre acabo cediendo y les invito. Jesús, ayúdame a ser más generoso desde el principio, a ser como Tú.

¿A qué me cuesta invitar?: bocadillo, chuches, mi tiempo, mi amistad...

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos, ciegos: dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos
(Lc 14, 14).

Aquel chico fue sorprendido mientras se comía el bocadillo en el oratorio, muy cerca del Sagrario: -Pero niño, en el oratorio no se come… -Es que Jesús es mi mejor amigo… ¡es el único que no me pide! Jesús, Tú sí que eres mi mejor amigo, el gran Amigo: siempre me invitas, y te das del todo; te como a besos en cada Comunión.

Hago el propósito de invitar a mis amigos a que me acompañen a Misa.

Propósito: invitar más.