sábado, 27 de marzo de 2021

Jesús, eres la Verdad, de verdad de la buena

 

Muchos, al ver lo que había hecho Jesús, (la resurrección de Lázaro) creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús (Jn 11, 46).

Jesús, que curioso, ante un mismo hecho dos reacciones opuestas: unos creen y otros te acusan. Es lo mismo que pasa ahora... Como dice un filósofo: Dios actúa en el claroscuro, de modo que hay bas­tante luz para quien quiere ver, y bastante oscuridad para quien no quiere ver. No es tanto la luz sino las disposiciones interiores. Jesús, ten­go amigos que me preguntan por qué ahora no hay milagros espec­taculares como los de antes… Pero que ellos no los ven: el milagro de un amanecer, una nueva vida, la sonrisa de un niño, una confesión, entregar la vida entera a Dios… y también de los otros.

Cuenta a Jesús el último milagro que hayas vivido. Agradéceselo.

Este hombre hace muchos signos. Si le dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán (Jn 11,47).

¡Qué terrible! En vez de buscar la verdad piensan solo en su como­didad, en lo que más le convenga. Se cumple lo de San Pablo a los Romanos: hombres que tienen aprisionada la verdad en la injusticia (Rm 1,18). Cuando se violenta la verdad todo vale. Jesús, que siga el consejo del poeta: “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a bus­carla. La tuya, guárdatela”.

El que busca con sinceridad la Verdad acaba encontrando a Cristo.

Propósito: buscar la Verdad, de verdad de la buena.