sábado, 29 de octubre de 2011

Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón


Proponía a los invitados una parábola, al notar cómo iban eligiendo los primeros puestos, diciéndoles: cuando seas invitado por alguien a una boda, no te sientes en el primer puesto (Lc 14, 7-8).
Jesús, ¡qué cosas tienen las mamás! Fíjate, la mía dice que lo que más le gusta es la fruta pocha, la rabadilla del pollo y la cabeza del pescado. Yo, que la conozco desde mi más tierna infancia, empiezo a sospechar. Creo que lo hace, no por gusto, sino para que mis hermanos y yo comamos lo mejor. Iban eligiendo los primeros puestos… y el mejor sitio en el coche, y el sillón más cómodo y el plátano en el postre, y jugar de delantero para marcar goles… ¡Qué vergüenza, Jesús! 
u  Dile a Jesús que a la hora de elegir pensarás siempre en los demás.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Lc 14, 11).
Jesús, qué lejos están de Ti los creídos, los chulos, los perdona-vidas, los violentos, los dominantes, los tiranos, los… Jesús, qué cerca están de Ti los sencillos, los sinceros, los mansos, los humildes, los niños. Jesús, dame humildad pero que no me crea que soy humilde porque entonces la lío. Tú me entiendes.
u  Humildad es andar en Verdad. ¿Soy de verdad o doy el pego?
Propósito: no elegir lo mejor y ser super-humilde.