jueves, 6 de octubre de 2011

Quien no se ríe de sí mismo nunca será una persona seria


Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará un piedra? ¿O si le pide un pez le dará una serpiente? ¿O se le pide un huevo le dará un escorpión?” (Lc 11, 5-13).
Jesús, me encanta y divierte tu buen humor. Sabias des-dramatizar y reírte de las situaciones, ¡no de las personas! Usabas imágenes graciosas, como aquella otra al entrar en Jerusalén: Si estos callaran, las piedras darían voces… (Lc 19,40). ¿Contabas chistes? ¿Sabías imitar? Seguro que sí, para hacer reír a alguno de tus trompudos apóstoles que a veces se lo tomaban todo muy en serio, o quizá estaban un poco cansados. —¿No sabéis aquel chiste de un hombre que una vez…?
u  Jesús ¿Quieres que te cuente un chiste? Aunque es malo, no te importa ¿verdad?
Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo (Act 1,11)
¿Y los ángeles, tienen buen humor? Parece que sí: después de la Ascensión, unos ángeles burlones fueron a despertar a los apóstoles que se habían quedado con cara de alelados. ¿Y los santos? También tienen buen humor (condición sine qua non): Un santo triste es un triste santo (San Francisco de Sales); Dame, Señor, el sentido del humor, dame el saber reírme de un chiste (Sto. Tomás Moro); Solo contaba con 26 años, gracia de Dios y buen humor… (San Josemaría).
u  Jesús: dame buen humor, que no me tome en serio y me ría mí mismo.
Propósito: contar chistes a Jesús