Porque
ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas la generaciones, porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mi (Lc 1, 48-49).
Jesús,
solo quedan tres días para que nazcas y ya me estoy poniendo
un poco nervioso. Me pasa como aquella niña pequeña a
la que su mamá, una tarde, le explicó que pronto le
nacería un hermanito. No pasaron ni 10 minutos sin que la niña
preguntara muchas veces: “Mamá, ¿Qué tal el
niño?; Mama, ¿el niño ha crecido?; ¿Cuánto
falta para que nazca?” Jesús, yo también estoy
impaciente: ¿¡pero cuándo vas a nacer!? Estos
días acudo a tu Madre la Virgen preguntando por el Niño
Dios y sobre todo…felicitándola: ¡Felicidades, Madre
mía! Y ayudo a que se cumpla la profecía: “Me
felicitarán todas las generaciones”.
- Habla con Jesús que está en el vientre de la Virgen. Dile que lo esperas con impaciencia.
María
se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió
a su casa (Lc 1,56).
María
se quedó pero no precisamente quieta: “Pero Isabel mujer,
quítate el delantal… Isabel no te subas ahí, que te
puedes caer… déjame a mí que yo soy más joven…
Isabel, descansa un rato que yo me ocupo de todo…” Ahora es María
quien necesita ayuda, mi ayuda y mi compañía. ¿Acaso
no soy su hijo?
- Hago el propósito de no dejar ni un segundo sola a la Virgen.
Propósito:
Acompañar a la Virgen hablándole muchas veces al día.