Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus
discípulos y les dijo: Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían
ver un fantasma (Lc 24, 36).
Jesús, la escena debió ser algo realmente divertido.
Como para grabarlo y ponerlo en Youtube. Deben de haber puesto una cara
de espanto impresionante. La culpa quizá era de Pedro que por la noche antes de
dormir, junto al fuego, contaba a los demás historias de fantasmas, y luego
pasa lo que pasa... Jesús, tengo que reconocer que yo también, a veces tengo
miedo, pero fíjate, tengo miedo de ti, porque pienso que me vas a pedir unas
cosas que no quiero acabar de soltar.
u Dile
a Jesús que te quite los miedos a ser generoso.
Seguían atónitos, les dijo: ¿Tenéis ahí algo que
comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado (Lc 24, 39).
Jesús, tus discípulos, además de miedosos están
atontados. Se quedan ahí, alelados, sin saber que hacer… Pero lo más chistoso
es lo del trozo de pez asado. ¿De dónde saldría? Quizá eran las
sobras de la cena de la noche anterior. En este detalle quiero ver la mano de
tu Madre la Virgen: Guárdalo para mañana, —diría—, que sirve. Es
como el otro gesto de recoger las sobras en los milagros de las
multiplicaciones. ¡Qué bonito! Los grandes milagros se acompañan del cuidado de
las cosas pequeñas, de no dejar tirada las cosas.
u Jesús,
que sepa estar en los detalles, en
el cuidado de las cosas pequeñas.
Propósito:
arreglar mi cuarto.