Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos
estaban allí se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús (Jn 6,
22-29).
Jesús, te quieren y te buscan. Tienen que remar con
esfuerzo, quizá con el viento en contra, a contra corriente, como esa canción
que me gusta tanto: Quiero volver a sentir / Escuchar solo tu voz / Que
me diga aquello / Que todas las mañanas repetía en sueños / A contracorriente,
a contracorriente… Jesús, ser cristiano es saber ir a
contracorriente del ambiente dominante, como nos decía Juan Pablo II: La
humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y
valientes que se atrevan a caminar contracorriente. Jesús, solo a los
peces muertos se los lleva la corriente. Y yo no quiero ser pez, y menos
muerto.
u ¿En
qué cosas o situaciones te dejas arrastrar por la corriente?
Al encontrarlo en la otra orilla del lago le
preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí? (Jn 6, 22-29).
La corriente —con palabras de Benedito XVI— es el estilo de
vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina
y nos hace esclavos del mal. Y en mi cabeza sigue sonando la dichosa
canción: Y salgo y te busco y no veo el momento / Me asusto / Te vuelvo a
buscar / Corriendo a contracorriente / Sentir que no te encuentro entre tanta
gente / Que viene, que corre / Y no escucha su mente. Jesús quiero
escuchar solo tu voz en mi corazón que me dice: Vamos, contracorriente haz
apostolado, sé ejemplar…
u Dile
a Jesús que quieres escuchar su voz.
Propósito:
ser antídoto, no anti-todo.
Busca
la letra de la canción en el Facebook del 3+2.