domingo, 31 de agosto de 2014

Sin miedo al sacrificio

Empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho (Mt 16, 21).
Jesús, tienes deseos de padecer por nosotros porque nos amas. A mí me da miedo el sufrimiento, Jesús. No me refiero al miedo que me crucifiquen o algo así; sino a las cosas chiquitas que incomodan. Te pongo un ejemplo: me cuesta un montón levantarme temprano, y los domingos, ni te cuento. Un día, casi me quedo sin Misa por levantar­me tarde. Esos son los pequeños sacrificios que nos pides. Ese es el dolor al que quieres que no tengamos miedo. Allí es donde esperas que manifestemos que te queremos.
u  Levantarme puntual. También los domingos.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? (Mt 16, 26).
El domingo pasado vi a mi papá molestarse mientras arrancaba unas páginas del periódico. Estos que se creen, decía, todo es buscar bienestar y placer a toda costa. Cuando levantó la mirada (qué mala suerte la mía) estaba yo tumbado en el sillón comiendo, viendo la tele y mandando whatsapps. Se sonrió, se sentó a mi lado y me habló del valor del sacrificio. Jesús, ahora ayúdame a ser sacrificado y a no tenerle miedo al esfuerzo.
u  Ya me di cuenta que viendo tele y comiendo no se conquista nada.

Propósito: una hora menos de tele (sí, hoy domingo).