sábado, 31 de octubre de 2015

No mates a nadie, hijo. Tu padre, Dios.

Proponía a los invitados una parábola, al notar cómo iban eligiendo los primeros puestos, diciéndoles: Cuando seas invitado por alguien a una boda, no te sientes en el primer puesto (Lc 14, 7-8)
Oye, Jesús, ¡qué cosas tienen las mamás! Fíjate, la mía dice, que lo que más le gusta es la fruta medio pasada, la rabadilla del pollo y la cabeza del pescado... Yo, que la conozco desde mi más tierna infancia, empie­zo a sospechar. Creo que lo hace, no por gusto, sino para que yo y mis hermanos comamos lo mejor. Iban eligiendo los primeros puestos… y el mejor sitio en el carro, y el sillón más cómodo y el plátano más grande en el postre, y jugar de delantero para marcar goles… ¡Qué vergüenza!
Dile a Jesús que a la hora de elegir pensarás siempre en los demás
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Lc 14, 11)
Jesús, que lejos están de Ti los creídos, los engañados, los perdona-vidas, los violentos, los dominantes, los… Jesús, que cerca están de Ti los sencillos, los sinceros, los mansos, los humildes, los niños. Todavía me acuerdo de una vez que iba en bici con la equipación completa, rodilleras, anteojos oscuros, cascos y todo. En la parada de una fuente se acercó un niño pequeño con su bici de patinetes. Se me quedó mi­rando y pregunto: −Oye, ¿tú eres de verdad? Me dio la risa pero pensé que en el fondo tenía razón aquel niño, yo iba de engañado y creído. Jesús, que ya no vaya más así por la vida
Jesús, humildad es andar en Verdad. ¿Soy de verdad?

Propósito: no ir de engañadito.

viernes, 30 de octubre de 2015

No mates a nadie, hijo. Tu padre, Dios

Se encontró delante un hombre enfermo (…). Preguntó «¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados (Lc 14, 1-6).
Un conocido escritor cuenta que allá en diciembre de 1936, en un mo­mento en que temió por su vida, decidió pasarse a Francia y su papá le acompañó hasta la frontera. Al pasarla, los gendarmes franceses le registraron y cachearon y, en sus bolsillos encontraron un papel que, sin que él lo advirtiera, había introducido en ellos su papá momentos antes de cruzar la frontera. Era una brevísima carta que decía: No mates a nadie, hijo. Tu padre, Joaquín.
Una palabra, una sonrisa, un gestos, un olvido… pueden matar un alma.
Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado? (Lc 14, 1-6).
La carta era realmente conmovedora, sobre todo en aquel momento. Porque lo lógico hubiera sido que en esa circunstancia un papá hubiera aconsejado a su hijo: Ten cuidado, no te maten. Pero aquel papá sabía algo muy importante: que es mucho más mortal matar que morir. Ésta es la razón por la que Dios, cuando nacemos, nos pone a todos en el bolsillo de la conciencia otra carta que dice: No mates a nadie, hijo. Tu padre, Dios. Y no lo olvidemos, hay formas muy sutiles de matar: Matar la Inocencia, Matar la Fe, Matar el Tiempo…
¿Qué más mensajes te ha dejado tu Padre Dios en el bolsillo de tu conciencia?

Propósito: no matar… ni a una mosca. Laudato si!

jueves, 29 de octubre de 2015

La gallina reúne a los pollitos bajo sus alas

Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte. Él contes­tó: «Id a decirle a ese zorro: Hoy y mañana seguiré curando» (Lc 13, 31).
Jesús, y ahora… Herodes. ¡Vaya animalito! ¿Por qué permites que haya gente así? Por una frivolidad mandó degollar al Bautista, al ¡mayor naci­do de mujer! Luego, en la Pasión se reirá de Ti, te ridiculizará vistiéndote con una túnica brillante, y toda su corte le seguirá la gracia. Es la car­cajada cobarde de los miedosos. Le hizo muchas preguntas, pero Él nada le respondió (Lc 23,9). Tu silencio. Jesús, no puedes hablar ni con los frívolos, ni con los impuros, porque no pueden oírle. Antes tienen que limpiar su corazón.
Para escuchar a Jesús tengo que limpiar los conductos auditivos del alma.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a los pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido! (Lc 13, 34).
Jesús, ahora como entonces, te duele en el alma, te quejas, por la indiferencia de los hombres. Engendré hijos y los encumbré; ellos sin embargo me despreciaron. El Buey reconoce a su dueño; y el asno el pesebre de su amo pero Israel no me ha reconocido ni mi pueblo me ha comprendido (Isaías 1,2). Jesús, yo si quiero estar bajo tus alas, siempre contigo
Lo que más duele es la indiferencia de los seres queridos.

Propósito: ser cariñoso con Jesús y mi familia.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Santos Simón y Judas. Jesús, ¡Cuanta conmigo!

En aquellos días salió al monte a orar y pasó toda la noche en oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y de entre ellos eligió a doce, a los que denominó apóstoles (Lc 6, 12-13).
No eran los más guapos, ni los más inteligentes, ni los más fuertes, ni los más valientes... Eran eso, los elegidos por Jesús para ser sus amigos. Llamó a los que él quiso, (...) para que estuvieran con Él (Mc 3, 13-14). Jesús, a cada uno le llamas por su nombre y quizá también me llamas a mí.
Pregunta a Jesús si te necesita, por si acaso…
Simón, a quien también llamó Pedro, y a su hermano Andrés, a Santiago, a Juan, (…) a Santiago de Alfeo, a Simón, llama­do Zelotes, a Judas de Santiago y a Judas Iscariote, que fue el traidor Lc 6, 14-16
Hoy es la fiesta de dos de tus apóstoles Simón, llamado Zelotes, y Judas de Santiago, los últimos de la lista. Por no tener, no tienen ni fiesta propia. Son como los últimos del colegio apostólico y los pobres deben con­formarse hasta con compartir celebración. Es como cuando se hacen equipos, te dejan para el final y te meten en un lote: y esos dos para ti... No destacaron por sus condiciones: Simón el Cananeo no abrió la boca en todo el evangelio y a Judas Tadeo le tocó llevar el mismo nombre que el traidor. Eran talentos medios, muy normales, como yo. Pero el Señor al llamarlos, les transformó. Jesús, yo también soy un talento me­dio. Quiero ser tu apóstol.
Jesús, ¿te sirve un talento medio?

Propósito: estar atento a la llamada.

martes, 27 de octubre de 2015

¿Mostaza o kétchup?

En aquel tiempo, Jesús decía: ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mosta­za que un hombre toma (Lc 13, 18)
Jesús, eso del grano de mostaza me suena a hamburguesa con mosta­za, queso y mucho ketchup. Ya sabes lo mucho que me gustan las ham­burguesas, sobre todo la Whooper con papas fritas. ¡Me vuelven loco! El reino de Dios (...) Se parece a un grano de mostaza… Jesús yo me imagino el Cielo como una gran BK o un McDonald’s, pero baratísimo, rodeado de las personas a las que más quiero: mis papás, mis amigos y sobre todo, contigo. ¡Qué bien se está contigo! ¡Qué nunca te deje!
Imagínate como es el Cielo.
Y añadió: –¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta (Lc13, 21).
Y en el Cielo, además, me encontraré con tu Madre santísima la Virgen María. Como es una gran repostera nos preparará postres exquisitos. Pedirá la colaboración de los bienaventurados para hacer huesitos de santos, y a los ángeles para elaborar pasteles de cabello de ángel... Jesús, ¡Qué bien se estará contigo en el Cielo! Jesús, ¡Qué bien se está contigo en la tierra!
Pide a Jesús que tu vivir en la tierra sea ya un anticipo de lo que te encontrarás en el cielo

Propósito: ir al cielo.

lunes, 26 de octubre de 2015

Los limpios de corazón verán a Dios

Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar (Lc13,11).
¡Pobre mujer! ¡18 años así, sin poder mirar hacia arriba, sin poder mirar a Dios, al Cielo! Jesús, que pena. Yo también encuentro gente, amigos, compañeros, que son como los cerditos, van siempre con la vista aga­chada mirando cochinadas, buscando porquerías en la tele, en revistas, en internet... Andan encorvados sin poder enderezarse. Quieren pero no pueden. Pobrecitos. Aunque lo intentan no son capaces de mirar arriba, son esclavos de sus vicios, de sus desórdenes, quizá desde hace años.
Pide la virtud de la Santa Pureza para ti y para las personas queridas
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: –Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Le impuso las manos, y enseguida se puso de­recha.
Ella sola no podía. No lograba enderezarse. Necesitaba de la ayuda de Jesús, de su gracia. La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad (Camino 118). Jesús, cuando soy humilde, cuando me dejo ayudar, cuando acudo a la confesión siempre que haga falta, es cuando me enderezo. Es entonces cuando ya puedo mirar arriba y ver­te: Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios... Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Repite muchas veces: Dame, Señor, la Sta Pureza.

Propósito: no ser cerdito

domingo, 25 de octubre de 2015

¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!

Pasa Jesús Nazareno. Entonces gritó: −¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte (Lc 18, 38-39).
Jesús, oigo voces... Como el ciego de Jericó, en mi oscuridad oigo vo­ces a mí alrededor. Unas voces son las de los que se dicen mis amigos, pero en el fondo solo buscan compinches, cómplices, quieren que no hable de Dios (lo llaman supersticiones). Me dicen que me calle y me riñen: Muchos lo regañaban para que se callara. Pero también he oído otras voces, las de mis amigos, los de verdad, los que me ponen delante de ti: Ánimo, levántate, que te llama. ¿A quiénes hago caso?
Lo primero es oír pero luego viene el actuar.
«Animo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: –«¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: – «Maestro, que pueda ver.»” (Mc 10, 49-52).
El ciego Soltó el manto… Siempre me he preguntado ¿Cómo sería ese manto? ¿Cómo el niño de la mantita en Snoopy? ¿Qué tendría de espe­cial? No sé pero me imagino un capote pesado y sucio, multiuso, lleno de manchas, de color indefinido y olor a humedad. Un manto asque­roso, pero era suyo y solo suyo…, estaba apegado. Era su tesoro, −¡Mi teessssoro…! El ciego Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Para acercarse a Jesús, para poder dar el salto y ver, hay que tirar el manto, estar desprendido de lo material.
¿Cuál es mi manto?

Propósito: Tirar el manto.

sábado, 24 de octubre de 2015

Un Dios que no se entiende, porque sabe más

Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofre­cían. Jesús les contestó: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? (…) Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé (Lc 13, 1-2.4).
Jesús, me da alegría comprobar que estabas al día. Aquello de la torre y lo de los galileos asesinados era el tema de conversación de todos en esos días. No estabas al margen de los acontecimientos de tus contem­poráneos, como ahora tampoco estás al margen de lo que sucede: la liga del fútbol, la moda, la crisis del gorgojo de pino…
Comenta con Jesús la noticia del día, lo que más te haya impresionado; también puede ser de fútbol.
¿Pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no (Lc 13, 4).
Jesús, ¿por qué existe el mal? ¿Por qué mueren niños inocentes? Si eres todopoderoso, ¿por qué no nos ahorras tanto sufrimiento, tanto dolor?... Es un misterio. La explicación debe ser parecida, digo yo, a cuando llevamos a mi hermano al pediatra. Nada más ver la bata blanca se pone a llorar pues sabe lo que le espera: ¡otra vacuna! Por mucho que se le diga que el médico es bueno, patatín patatán, no lo entiende. No lo puede entender. ¿No será, Jesús, que de vez en cuando me pones una vacuna?
Jesús, que no te eche la culpa de todo lo malo que pasa.

Propósito: leer el periódico.

viernes, 23 de octubre de 2015

A mal tiempo, buena cara

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Chaparrón te­nemos», y así sucede. Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno», y lo hace (Lc 12, 54-55).
Jesús, también en mi alma la climatología es variable y según los días me encuentro con chaparrones, tormentas, a veces huracanes, otras veces tiempos de sequía, de aridez... ¡tengo de todo! Los chaparrones son las lluvias de gracia que habitualmente me concedes: la paz, la alegría de saberme hijo de Dios, sentir tu cercanía. Pero cuando llegan las tormentas de las tentaciones o se desatan los huracanes de mis pasiones me asusto. ¿Por qué lo permites? ¿No me arrastrará la fuerza del viento? ¿No me perderé? Tampoco me gustan nada los tiempos de sequía y de aridez. Son momentos en los que mi alma está muy seca y pienso que eso de rezar no vale para nada.
Dile: al mal tiempo buena cara y al buen tiempo, mejor cara.
Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? (Lc 12, 56).
Jesús, perfecto Dios y perfecto Hombre. Eres el Hombre del tiempo, pero sobre todo también Dios del tiempo y en cada momento envías a mi alma lo que más le conviene, aunque yo no lo entienda.
Pídele que tu ánimo no dependa de la climatología interior.

Propósito: tener siempre buen humor.

jueves, 22 de octubre de 2015

San Juan Pablo II. ¡Fuego he venido a traer a la tierra!

Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda? (Lc 12, 49-53).
San Josemaría al meditar estas palabras escribía: Aún resuena en el mundo aquel grito divino: «Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda?» -Y ya ves: casi todo está apagado... ¿No te animas a propagar el incendio? (Camino 801). Jesús, qué pena. Sitios, familias, personas, donde antes ardía el Fuego de tu Amor... ahora están apagados, fríos o, lo que es peor, templaditos, entibiados. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Y así, porque eres tibio, y no caliente ni frío, voy a vo­mitarte de mi boca (Apoc 3, 16-17). Jesús que me entere de una vez: ser cristiano supone amar ardientemente a Dios y a los demás, supone propagar el incendio.
¿Estoy tibio?... Consulta Camino 331.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres. (...) Se dividirán el padre contra el hijo.
Jesús, nunca pensé que esto del 3+2 ó 2+3 fuera tan evangélico. Tres contra dos y dos contra tres... Ahora, ya sin bromas, te pido, Jesús, por mi familia. Cuando me entero de familias que se rompen sufro mucho y pienso en la mía. Jesús, que en mi familia nunca haya divisiones; que mis papás se quieran de verdad; que se sepan perdonar; que yo sea buen hijo, buen hermano; que también sepa perdonar.
Rezar a diario por mi familia.
Propósito: consultar nº 311 de Camino, por si acaso.
Camino 331: “Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor; si buscas con cálculo o "cuquería" el modo de disminuir tus deberes; si no piensas más que en ti y en tu comodidad; si tus conversaciones son ociosas y vanas; si no aborreces el pecado venial; si obras por motivos humanos.

http://www.escrivaobras.org/book/camino-punto-331.htm

miércoles, 21 de octubre de 2015

Soy Templo del Espíritu Santo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete (Lc 12, 39-48).
Mi alma es una casa, pero no es una casa cualquiera, es el Templo del Espíritu Santo. Jesús, que además de habitante eres el arquitecto y el de­corador; has enriquecido mi alma con la Fe, con preciosas colecciones de virtudes, con los dones del Espíritu Santo... Los ladrones, que lo saben, merodean por los alrededores buscando por dónde entrar. Lo intentan a través de los ojos por medio de imágenes sucias; a través de los oídos cuando admito críticas o chismes; a través de la boca cuando hablo mal de alguien. Lo intentan pero no lo consiguen, porque el dueño de la casa está vigilante. Jesús, nunca robarán lo que te pertenece.
La mejor compañía de seguridad: la ayuda de tu Ángel Custodio.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá (Lc 12,48).
Vida, salud, familia, Mp3, abuelos, colegio, play station, dos piernas, amigos, regate, mi perro, simpatía, tu Madre Santísima... tantas cosas. Jesús, me has dado tantas cosas solo por mi cara bonita, hasta la cara bonita. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. Y yo ¿Qué te doy?: mi ratito de oración, mi tiempo de estudio, mi ayuda en casa... ¿Qué más, Jesús? ¿Qué más te puedo dar?
Pregunta a Jesús que más le puedes dar…

Propósito: entregarle mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón.

martes, 20 de octubre de 2015

Dichoso el que espera al Amado

Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame (Lc 12, 35-36).
Cuando era pequeño, más pequeño todavía (no te rías de mi), a veces, yo y mis hermanos antes de irnos a la cama, recién bañados y con el pijama puesto, esperábamos con ilusión junto a mi mamá el regreso de papá. A veces tardaba pero no por eso nos cansábamos. Cuando oía­mos el motor del carro o el ruido de las llaves, corríamos como locos a abrirle la puerta, darle besos, colgarnos de su cuello. Jesús, es así como quiero preparar mi alma cada vez que te me acercas en la Comunión y en la Confesión. ¡Qué ganas de estar contigo!
¿Cómo me preparo por dentro y por fuera para recibir a Jesús?
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuen­tre en vela: (...) Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos (Lc 12 37-38).
Dichosos al cuadrado o mejor elevado a la n: (dichoso)n dichosisisí­simos. Jesús, eres como las novias, te encanta hacernos esperar, nos tienes en vilo día y noche. Y cuando menos lo espero en la oración te metes a raudales en mi alma y me llenas de tus luces. ¡Ha valido la pena la espera! ¡Merece la pena esperar a Jesús!
Vete preparándote para el próximo encuentro con Jesús.

Propósito: repasar matemática ¿qué es eso de elevado a la n? 

lunes, 19 de octubre de 2015

Dónde está tu tesoro, allí estará tu corazón

Un hombre rico tuvo una gran cosecha. (...) Y se dijo a sí mis­mo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida» (Lc 12, 16.19).
Jesús, el papá de mi amigo tiene un carrazo, último modelo. Cuando lo lava, utiliza botellas de agua mineral para, dice él, no rayar la pintura. Creo que se pasa un poco. Lo que en el fondo le pasa es que en él se cumple aquello de Donde está tu tesoro allí estará tu corazón. Por eso me recuerda al hombre de la parábola. Se ha hecho esclavo de sus bienes y aunque se diga túmbate, come, bebe y date buena vida, no es capaz, pues siempre querrá tener más y más y más… ¡Qué agobio!
No dejarme esclavizar por los videojuegos, internet, celular y demás.
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios (Lc 12,20).
Como aquella señora sorda que preguntó en el funeral si el difunto había dejado mucho... -Todo, señora; lo ha dejado todo, le contestaron. Y entonces ¿de qué sirve acumular tantas riquezas? Jesús, solo merece la pena invertir en Bonos del Tesoro, pero del Tesoro en el Reino de los Cielos. Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la he­rrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón (Mt 6, 20-21). ¡Merece la pena!
Jesús, te nombro mi asesor financiero. ¡Máxima rentabilidad!

Propósito: no ser tan agobiado.

domingo, 18 de octubre de 2015

Hágase Tú voluntad en la tierra como en el cielo

Se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir (Mc 10,35).
Jesús, me parece que los hijos de Zebedeo te han confundido con una especie de supermercado: Queremos que hagas lo que te vamos a pedir. Queremos, ¡te exigimos!, tienes la obligación de... y si no me lo concedes, pierdo la fe, no respiro o no bautizo a mis hijos… ¡Qué absur­do! La situación se repite también ahora cuando algunos cristianos quie­ren comprar a Dios con sus oraciones o con su dinero. Solo les falta decir “hágase MI voluntad así en la tierra como en el cielo”. ¿Sabes, Jesús?, es que a veces no sé ni lo que quiero… Cuando se trata de elegir pizza me puedo pasar horas y luego mi hermana pequeña pide siempre una mejor.
Habla unos minutos tú con Jesús. Dile: hágase TU voluntad en mi vida.
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda» Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís» (Mc 10,36-38).
Jesús, tantas veces te pido cosas, pero en el fondo no sé ni lo que quiero ni lo que más me conviene. No sabéis lo que pedís. −Y Ud. para que reza -decía un ateo- porque por mucho que rece Dios no va a cambiar. −No si yo cuando rezo no es para cambiar a Dios, es para que Dios me cambie a mí. Hágase TU voluntad en la tierra como en el cielo.
Dale a Jesús el cheque en blanco de tu oración. Que Él lo rellene.

Propósito: “Pizza napolitana”, es la mejor. No lo dudes…

sábado, 17 de octubre de 2015

El Espíritu Santo hablará por vosotros

Todo el que me confiese ante los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará ante los Ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los Ángeles de Dios (Lc 12, 8-9).
Jesús, hay momentos en los que se me pasa por la cabeza hacerme budista, narcisista, mormón o de cualquier otra religión… Lo que sea, menos cristiano... ¡Cómo cuesta ser cristiano! Es sobre todo, cuando en mi grupo de amigos, que son buenos en el fondo, pero siempre hay al­guno que se quiere hacer el gracioso y se mete con la Iglesia o el Papa. Pobrecito; lo único que hace es repetir la última tontería que ha oído en la TV. Entonces me acuerdo de la traición de San Pedro, que te negó… rezo por mi amigo y luego con cariño, a solas, le dejo las cosas claras: eso sí, antes de que cante un gallo, no vaya a ser que…
Jesús lo de Budista o Narcisista ni de broma. ¿Dónde voy a ir sin ti?
No os preocupéis de cómo defenderos, o qué tenéis que de­cir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora qué es lo que hay que decir” (Lc 12, 11-12).
San Josemaría, como todos los Santos, acudía mucho al Espíritu Santo pidiéndole inspiración. En la sala donde recibía las visitas hizo poner una cartela con una inscripción latina que traducida dice: Señor, pon en mi boca palabras acertadas. Qué el Espíritu Santo hable a través de mí.
Señor pon en mi boca palabras acertadas y cosas ricas de comer: helados, pasteles, etc.

Propósito: hacerme más amigo del Espíritu Santo.

viernes, 16 de octubre de 2015

No tengáis miedo

A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer nada más (Lc 12, 4).
Jesús, a mí, lo que más miedo me da, son las arañas, los tiburones, los perros grandes y la oscuridad. Me pasa como aquel niño pequeño al que preguntan: - ¿Ya rezas?; - Sí, por la noche. - ¿Y por la mañana no? - No; por la mañana no tengo miedo... También me da miedo perder el autobús, perder a los amigos, suspender… En definitiva, que soy un miedica. ¿Sabes lo que hago cuando tengo miedo?: me agarro fuerte de la mano de mis papás y se me pasa. Jesús, esto lo he aprendido de Ti: cuando en el Huerto de los Olivos sentías aquella angustia, aquel mie­do tan terrible, entonces acudiste a tu Padre: ¡Abba, Padre! Le llamabas papá, papaíto y se te pasó el miedo.
Y a ti ¿qué te da miedo? Díselo a Jesús. Es el mejor quitamiedos.
¡Soy yo, no tengáis miedo! (Mc 6, 46).
Jesús, perdona la tontería, pero a veces… te tengo miedo. Me pasa como a los apóstoles en medio de la tormenta del lago cuando anda­bas sobre las aguas. Te confundieron con un fantasma y se pusieron a gritar. Por eso nos dice el Papa: —¡No tengáis de miedo de Cristo! ¡Él no quita nada y lo da todo! ¿Te imaginas un hambriento con miedo a comer, o un sediento con miedo a beber, o un enfermo con miedo a tomar la medicina? Pues eso. Deja que Jesús suba a tu barca y no hay tempestad que se le resista. Jesús, ¡que no tenga miedo!, ¡qué solo ten­ga miedo a perderte!
Dile a Jesús que aquí, el único fantasma, soy yo (o sea, tú).

Propósito: ser más valiente. 

jueves, 15 de octubre de 2015

Santa Teresa. Determinada determinación

Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has es­condido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla (Mt, 11,25-26).
Jesús, hoy celebramos a una gran Santa: Teresa de Ti, Tu Teresa; Sta Teresa de Ávila o mejor, Sta Teresa de Jesús, que me gusta más. Es por aquella aparición que tuvo al pie de las escaleras del Convento de la Encarnación en Ávila. Bajaba la Santa y se encontró con un niño que le pregunta: ¿Tú quien eres? Yo Teresa de Jesús; ¿Y tú? Yo Jesús de Teresa.
Dile a Jesús que tú también, como Sta. Teresa, quieres ser suyo.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor (Mt, 11,26).
De la boca de los niños y de los santos salen grandes verdades; Sta. Teresa tenía una boca grande: Importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, ven­ga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría» (Camino de per­fección, cap. 21, 2).
Pide a Jesús una determinada determinación de no parar hasta llegar.

Propósito: hacerme amigo de los amigos de Jesús, de Sta. Teresa.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Lo primero es el Amor de Dios

¡Hay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hier­babuena, de la ruda y de toda clase de legumbres mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! (Lc 11,42).
¿Qué es más importante, la letra o el espíritu de la letra? ¿Las legumbres o el Amor de Dios? Es lo que les pasaba a los fariseos: se quedaban solo en las legumbres, en cumplir la letra; eso sí, pero para que les viera todo el mundo. ¿No me pasará un poco lo mismo? ¿No seré yo tam­bién un tanto hipócrita? Si eres valiente y quieres saberlo contesta al TEST del HIPÓCRITA: a) ¿Rezo igual, aunque nadie me vea?/ b) ¿Ayudo a los demás, sin que lo noten?/ c) ¿Hago favores?/ d) ¿Alguna vez me aver­güenzo de ser cristiano?/ e) ¿Ayudo al necesitado, aunque me provoque rechazo?
Jesús, lo 1º es el Amor de Dios y luego, las legumbres, la hierbabuena.
¡Hay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de ho­nor en las sinagogas y las reverencias por la calle! (Lc 11,43).
Jesús, he superado el primer TEST y ¡no soy Hipócrita! Pero ahora viene la 2ª parte, el TEST del FARISEO. Ánimo y contesta: a) ¿Protesto cuando no tengo un buen sitio en el carro, en la mesa o viendo la TV?/ b) ¿Busco que hablen de mí a toda costa?/ c) ¿Me enfado cuando nadie me llama o no cuentan conmigo?/ d) ¿Me gusta ser el centro de atención?
Jesús, ni Fariseo ni Hipócrita… ¡Pero que no me lo crea!…

Propósito: no creérmelo.

martes, 13 de octubre de 2015

Tú eres el Hijo de Dios

Cierto fariseo le rogó que comiera en su casa. El fariseo se quedó extrañado al ver que Jesús no se había lavado (Lc 11,38)
Aquel hombre, el fariseo no podía ser amigo de Jesús. Se dejó llevar por las apariencias, por las primeras impresiones, por la crítica. Pero lo peor era que juzgaba las intenciones, era falso, alambicado, barroco. El apóstol Bartolomé alias Natanael, al principio también se dejó llevar por las primeras impresiones: —¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1,46). Pero no era retorcido, complicado interiormente. Reconoció su error y se ganó los elogios de Jesús: —Aquí tenéis un verdadero israe­lita en quien no hay doblez (Jn 1, 47). Jesús ¿Cómo soy yo por dentro? ¿Tengo doblez? ¿Por qué juzgo tanto? Ayúdame a no ser falso, hipócrita, murmurador, y a saber rectificar cuando meta la pata.
Jesús, dame tus ojos para saber mirar.
El Señor le dijo: Así que vosotros, los fariseos, purificáis por fue­ra la copa y el plato, pero vuestro interior está lleno de rapiña y maldad”. (Lc 11,39)
Jesús, que bien conoces los corazones, no te quedas con los hechos, con las puras apariencias. Le contestó Natanael: —¿De qué me cono­ces? —Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi (Jn 1,48). Me ves y te llenas de alegría porque encuentras un corazón limpio, sin maldad. Un corazón con ventrículos y sobre todo con aurículas, para oírte mejor en estéreo (aurícula derecha e izquierda).
Invita a Jesús a conocer tu corazón y que te hable por las aurículas.

Propósito: Martes y 13 ni te cases ni te embarques, pues eso.

lunes, 12 de octubre de 2015

Virgen del Pilar, ruega por nosotros

El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
Cuando los Apóstoles se repartieron el mundo entonces conocido, al Apóstol Santiago le tocó en suerte el sitio más lejano, el fin del mun­do: Finis Terrae. Pobre Apóstol, desanimado, lloroso, repetía a orillas del Ebro: —¡Qué brutos son los hispanos, pero qué brutos…! No hay manera; si lo sé, no vengo. Y en esto, recibe la visita de la Virgen, que desde lo alto de un pilar, de una columna la Virgen del Pilar, le anima: —Hijo del Trueno, sigue, no te canses de mis hijos hispanos; que lo que tienen de brutos lo tienen de buenos. —Venga, vale, seguiré solo un poco más, dijo Santiago el Mayor. Y por eso estamos aquí tú y yo, muy brutos, pero en el fondo muy buenos, muy majos.
Dale las gracias al Apóstol y proponte ser algo menos bruto.
Pero Él replicó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 27-28).
Hoy es la fiesta de la Virgen del Pilar. Se ha organizado un concurso Open de piropos a nuestra Madre. El 1º participante es el mismísimo Arcángel San Gabriel: Llena eres de Gracia, el Señor es contigo (Bastante bien). Sta. Isabel: Bendita Tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vien­tre (Muy bien). Pero el ganador es Jesús: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.
Participa en el Open, por el 2º premio con tus piropos preferidos.

Propósito: Guapetona, Bombón, Madre mía, Madre de Dios…

domingo, 11 de octubre de 2015

Tú no quieres a Dios, tú solo cumples mandamientos

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acer­có uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: –Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? (Mc 10, 17).
Jesús, acabas de bendecir a los niños de aquel pueblo. Se te hace tar­de y tienes que irte. Te acompañan los lugareños, cuando de repente aparece el hombre-bala: se le acercó uno corriendo, se arrodilló…. Jesús, no sé, pero cuando considero la actitud del joven rico me parece cada vez más falsa. Sobreactúa, es teatrero. Recuerda a lo que hacen algunos delanteros para celebrar un gol: van corriendo al corner y se deslizan de rodillas sobre la hierba... ¿Pero por qué espera a que salgas de la ciudad? ¿No pudo hablar antes contigo de forma más discreta? Eso de ir corriendo y ponerse de rodillas, montar el numerito me parece algo forzado.
Jesús, no solo fue por las riquezas. El chico se quería demasiado.
Todo esto lo he guardado —le dijo el joven— ¿Qué me falta aún? (Mt 19, 20).
En el fondo el chico lo que buscaba era quedar bien. Un bienqueda. Está orgulloso de sí mismo, le gusta ser el centro y lo manifiesta claramente: ¿Cuáles?... ¿Qué me falta aún?... –Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Pobre. No estaba preparado para seguir a Cristo. Es el peligro de reducir la fe a cumple-mandamiento. Jesús, sin darme cuen­ta yo también pretendo comprarte cumpliendo mandamientos.
Dile a Jesús que la cosa más monstruosa es un cumple-mandamientos.

Propósito: no ser bienqueda ni cumple-mandamientos.

sábado, 10 de octubre de 2015

Habla, Señor. Tu siervo escucha

Pero Él replicó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 28).
Jesús, me hace gracia cuando en la radio ahora dicen eso de radio-escuchantes y ya no usan el término radio-oyentes. Quizá se han dado cuenta de que una cosa es escuchar, poner atención, y otra oír, que es más pasivo: por un oído me entra y por otro me sale. Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios. Y, yo, Jesús en la oración ¿qué hago? ¿Te oigo o te escucho?. Tú, Jesús, me dices las cosas claras, a veces muy claras, clarísimas, demasiado claras, pero… no me doy por enterado. No hay peor sordo que el que no quiere escuchar. ¡Abuelo el au­dífono! Voy a ponerme un audífono en el alma para escucharte siempre.
Dile a Jesús que quieres ser su escuchante: Jesús, estoy a la escucha.
Después de la adoración de los Pastores, María guardaba to­das estas cosas ponderándolas en su corazón (Lc 2,19).
Tras encontrar al Niño perdido tres días en el Templo de Jerusalén, Su Madre guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 11, 51). Nuestra Madre no sólo escucha la palabra de Dios, sino que también la ate­soraba, la guardaba: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 28). Escuchar, guardar, ateso­rar, acaudalar, considerar, custodiar, meditar, rumiar, masticar…lo que Jesús me diga.
Dile también a Jesús que quieres enriquecerte, atesorar sus palabras.

Propósito: estar a la escucha.

viernes, 9 de octubre de 2015

Jesús, siempre contigo

El que no está conmigo, está contra mí (Lc 11, 23).
Aquí no caben las medias tintas. Jesús, en esto de ser cristiano no vale las mediocridades; hay que involucrarse, implicarse, pringarse, diría mi amigo Peter. O contigo, Jesús, o contra Ti. Qué absurdo cuando oigo: yo soy cristiano pero no practicante. Es como decir: Soy escritor, pero no escribo… Eso es lo peor, un cristiano frío, entibiado. San Pedro, con pala­bras inspiradas, recrimina a los cristianos corrompidos de su tiempo, que también los había, en quienes se cumple aquel proverbio tan acerta­do: el perro vuelve a su propio vómito y la cerda lavada a revolcarse en el fango (2 Pet 2,22). ¡Qué fuerte!
Jesús, ¿te he dejado alguna vez solo? Nunca más, Jesús, nunca mais.
El que no recoge conmigo, desparrama (Lc 11,23).
Jesús, ya me conoces ¿¡Qué te voy a contar!? Sabes cómo soy: mis ta­lentos y mis miserias. No es que no te quiera, sino que a veces… me desparramo. No es que desparrame el agua o el Colacao del desayu­no, sino que me desparramo, me pierdo, me pueden las pasiones, ¡son tan grandes las tentaciones! Pero de las caídas saco impulso. No son fracasos porque al pedirte de nuevo perdón me llevas a recogerme de nuevo en Ti. A partir de ahora contaré más con tu gracia, y con tu ayuda espero algún día llegar a ser Santo.
Pide a Jesús espíritu de recogimiento: recoger la habitación, los libros..., los sentidos para Dios.

Propósito: no desparramarme tanto.

jueves, 8 de octubre de 2015

Quien no se ríe de sí mismo nunca será una persona seria

¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará un piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? (Lc 11, 5-13).
Jesús, me encanta y divierte tu buen humor. Sabías des-dramatizar y reír­te de las situaciones, ¡no de las personas! Usabas imágenes graciosas, como aquella otra al entrar en Jerusalén: Si estos callaran, las piedras darían voces… (Lc 19,40). ¿Contabas chistes? ¿Sabías imitar? Seguro que sí, para hacer reír a alguno de tus ceñudos apóstoles que a veces se lo tomaban todo muy en serio, o es que quizá estaban un poco can­sados… —¿No sabéis aquel chiste de un hombre que una vez…?
Jesús ¿Quieres que te cuente un chiste? Aunque es malo, no te importa ¿verdad?
Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo (Act 1,11)
¿Y los ángeles, tienen buen humor? Aunque son solo espirituales, parece que sí: después de la Ascensión, unos ángeles burlones fueron a espabi­lar a los apóstoles que se habían quedado con cara de haba. Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo. ¿Y los santos? También tie­nen buen humor (condición sine qua non): Un santo triste es un triste san­to (San Fco de Sales); Dame, Señor, el sentido del humor; dame el saber reírme de un chiste (Sto Tomás Moro); Solo contaba con 26 años, gracia de Dios y buen humor… (San Josemaría).
Jesús: dame buen humor, que no me tome demasiado en serio.

Propósito: contar chistes a Jesús (intentar que sean buenos).

miércoles, 7 de octubre de 2015

Nuestra Señora del Rosario. Más que Tú, solo Dios

Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48).
Miguel de Unamuno, en 1929, durante su destierro en Hendaya (Francia) iba cada día a orillas del mar: leía el evangelio de San Juan y contem­plaba nostálgico la costa de su añorada España. Las olas que, incansa­bles, irrumpían en la playa, le recordaban el paso lento de las cuentas de un “Rosario”: un rosario cósmico rezado por el mar. Y es que el Rosario es como el eco de una ola que choca contra la orilla, la orilla de Dios… y otra ola que viene de Dios: Dios te salve María…, una ola viene; Santa María… otra ola va.
Jesús: hago el propósito de rezar cada día con más cariño el Rosario.
Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava (…) ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso (Lc 1, 48-49).
¿Quién se ha cansado jamás de ver y oír el mar? La vuelta monótona de las olas rompiéndose en espuma blanca en la orilla es una melodía que nunca cansa. El rezo diario del Rosario, la repetida repetición de palabras de amor a nuestra Madre, nunca cansa: Dios te salve, María / las olas vienen; / Santa María, / las olas van. // Dios te salve, María, / rezan las olas; / Santa María, reza la mar. // Dios te salve, María, / es el Rosario, / Santa María, / sin acabar. // Gloria al Padre; un punto / sonríe el Padre, / y reza el mundo, /Amén, / y Dios también (Unamuno, Cancionero. Diario Poético).
Dale gracias a Jesús por su Madre.

Propósito: hacer olas.

martes, 6 de octubre de 2015

Una sola cosa es necesaria: escuchar a Jesús

Marta le recibió en su casa. Tenía ésta una hermana llamada María que, sentada también a los pies del Señor, escucha­ba su palabra. Pero Marta andaba afanada con los múltiples quehaceres de la casa (Lc 10,38-40).
No era la primera vez que se lo hacía. Era reincidente. Marta, conven­cida de que tenía razón, ya no pudo aguantar más y dio el numerito. Se puso delante de Jesús, con los brazos en jarras y con voz fuerte dijo: Señor, ¿nada te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? Dile, pues, que me ayude. Un silencio tenso llenó la sala, hasta que tu risa, Jesús, hizo reír a todos: —Dominante, que eres una do­minante. Jesús, me encanta que los personajes del evangelio sean tan normales. Como en todas las familias también en Betania había peleas. Las hermanas se lanzan los trastos a la cabeza, se enfadan, discuten, se perdonan… Jesús, me encanta.
En casa, ¿con quién me peleo? ¿Sé pedir perdón y perdonar?
Pero el Señor le respondió: Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. En verdad una sola cosa es necesaria.
Jesús, ese Marta, Marta… me hace tanta gracia. Igualito que cuando mi papá me regaña con cariño, o en serio. Y me dices que una sola cosa es necesaria: escuchar tus palabras, pues María ha escogido la mejor parte. Si te escucho, si hago oración con el 3+2, ya no tendré más preo­cupaciones ni inquietudes. Solo estar siempre cerca de Ti, a la escucha.
Jesús, elegir la mejor parte no es lo mismo que elegir la parte mejor. ¿Me lo explicas?

Propósito: Stop peleas y elegir la mejor parte…