jueves, 1 de octubre de 2015

Hazte cura… y que sea lo que Dios quiera

Y les decía: La mies es mucha, pero los obreros pocos (Lc 10, 2).
Jesús, mi abuela, que de campo entiende bastante, me ha explica­do que eso de la mies, es el trigo. Además, como es de la edad de Matusalén todavía se acuerda de cuando no había cosechadoras y entonces se contrataban segadores, los obreros. Jesús, me imagino la escena: El verano ya estaba avanzado. Una brisa mueve el trigo ondu­lante. Vas caminando mientras bromeas con tus discípulos. Quizá sale alguna ave volando a tu paso. Ese año la cosecha iba a ser magnífica. Y les decías: La mies es mucha, pero los obreros pocos… Es entonces cuando me viene a la cabeza lo mayor que está el párroco; un día de estos se nos va. Los obreros son pocos… y viejecitos. Jesús, hacen falta más apóstoles y sacerdotes. Envíanos más sacerdotes, más almas entregadas.
De mis hermanos, primos, amigos ¿Quién podría entregarse a Dios? ¿Lo rezo?
Rogad, al señor de la mies que envíe obreros a su mies (Lc 10, 2).
Aquel muchacho nunca había pensado ser cura: —¡Oiga, que no estoy tan desesperado!, decía. Por si acaso cerraba bien los oídos y los ojos. Ya se sabe: Ojos que no ven, corazón que no siente… Pero un día el Espíritu Santo le asaltó en un descuido. Iba en un bus y pusieron un DVD de San Josemaría. A lo San José, dormitando se le coló la frase: hacer de la vida algo grande y que fuese amor. Se le quedó grabada y ya no pudo olvidarla. Pasó del tecnicolor al blanco y negro. Ahora es cura.
La diferencia entre tener un sueño o vivir en un sueño. Piénsalo.

Propósito: estar a la escucha, por si acaso.