domingo, 18 de noviembre de 2018

Tus elegidos de los Cuatro Vientos


Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos (Mc 13, 24-27).
Era la JMJ Madrid 2011. Allí estábamos, casi dos millones de jóvenes con el Papa en Cuatro Vientos. Y menos mal que solo eran cuatro vientos, que si son más salimos todos volando. Fue una tarde de inten­so calor. Al atardecer llegó el Papa… y se desató la tormenta: rayos, truenos, lluvia y un viento huracanado que se lo llevaba todo. Unos mejicanos divertidos cantaban: ¡Ateo el que se mueva, ateo el que se vaya…! Intervinieron los bomberos. −Santo Padre, nos vamos, − Nos quedamos, dijo el Papa tres veces. Y allí, con la calma tras la tormenta, los elegidos de los cuatro vientos adoramos a Jesús en la Eucaristía. Dos millones y no se oía ni una mosca.
Dile a Jesús que quieres ser uno de sus elegidos.
Uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los ci­mientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólida­mente construida (Lc6, 49)
Siendo Santo Tomás de Aquino niño, se desató una gran tormenta en Montecasino. Lo encontraron en la capilla, temblando de miedo, abrazado al sagrario. −Es que Él es el único que calma tormentas... Jesús eres el mejor pararrayos, el que calmas todas las tormentas, las del alma que son las que más me atormentan.
¿Dónde tienes el Sagrario, el Pararrayos más cercano? Localízalo.
Propósito: abrazarme al Sagrario.