En aquel tiempo, llegaron a donde
estaba Jesús, su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar
(Mc 3, 31).
El papel que María en la vida de Jesús es impresionante. María
nunca te dejó sólo Jesús. Eso era algo impensable para quién con tanto amor te
había acogido en su seno, educado y visto crecer en gracia y sabiduría. Así son
las mamás. Y mi mamá no se enoja que, más increíbles aún es la mamá de Jesús.
Le oí decir a unos señores en una cola del banco (metido que es uno), que a
veces duele descubrir que al crecer uno se olvida de mamá. Yo no quiero que me
pase eso, Jesús. Menos aún con mi Madre la Virgen.
¿Qué
práctica de piedad mariana hay en tu vida?
El que cumple la voluntad de Dios, ése
es mi hermano, mi hermana y mi madre (Mc 3, 35).
Somos parte de tu familia, Jesús. Y esos lazos se estrechan aún
más cuando uno es obediente. Tiene sentido. Tengo algunos compañeros de clase
que no se llevan muy bien con sus papás. Son algo “díscolos”, dice un profesor
algo mayor que tenemos. Es decir, que no se portan bien, hacen desorden, no
entregan tareas, etc. Ese mal comportamiento hace que luego no sientan tanta
confianza para hablar con sus papás y contarles sus cosas. Creo que lo mismo
pasa con nuestro Padre Dios. Jesús, voy a procurar siempre ser bien portado,
para no perderte la confianza.
¿Te
das cuenta que lo de la obediencia tiene mucho sentido?
Propósito: imitar a la Virgen María en
la prontitud con la que obedeció.