domingo, 20 de enero de 2019

San Sebastián, mártir


Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer (Mc 3, 20).
Hoy la Iglesia recuerda a un gran Martir: San Sebastián. Era soldado ro­mano, pero cuando se supo que era cristiano, fue condenado primero a ser muerto a flechazos, pero como sobrevivió, lo terminaron azotan­do hasta darle muerte. Los mártires son personas que te imitan, Jesús. Renuncian a su propia vida por amor a ti y a los demás. Eso de renunciar a algo, o negarse en algo, a mí a veces me cuesta un poco. Soy algo “caprichosito” dice mi mamá. O como decía San Josemaría, me dejo llevar por la “ley del gusto”; es decir, hago lo que mi gusto manda.
¿Has pensado cuántas cosas buenas pierdes por caprichoso?
Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco (Mc 3, 21).
Jesús se volvió loco. Así pensaban algunos de tus parientes. Quizás, al verte sin tiempo ni para descansar o comer por ayudar a las personas, o sanar enfermedades, se llevaban las manos a la cabeza y decía “qué locura es esta”. Lo mismo decían algunos amigos de San Sebastián, cuando después de sobrevivir a las flechas, siguió dando testimonio de Jesús. La verdad es que sacrificarse por los demás, lo ven muchos como una locura. A mí, me gustaría tener un poco de esa locura. Poderme comer el brócoli o la cebolla sin remordimientos; levantarme puntual sin hacer ningún show; ponerme a hacer mis tareas a tiempo.
Si se lo pides a Jesús, te hará un mártir de lo cotidiano.
Propósito: comer brócoli.