jueves, 24 de enero de 2019

Semillitas


Al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pája­ros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, (...) cuando salió el sol, se abrasó. (..) Otro poco cayó entre zarzas que crecieron y lo ahogaron (Mc 4, 3-7)
Jesús, yo de plantas y flores, no sé mucho. En mi casa son todas plásticas –por eso de las alergias y los insectos; además, así no hay que regarlas–. Pero de igual manera ¡qué pena por las semillas!: se las comieron, se abrasaron y se ahogaron. Sospecho que estás hablando de las almas. ¿Se pueden comer las almas? ¿A qué saben? ¿Y quemar y ahogar? Parece que sí: “Viene Satanás y se lleva la palabra sembrada”(Mc 4, 15). Jesús, el demonio está muy activo; ¡no me dejes caer en la tentación!
Piensa si no te estarás poniendo como carnada para el Diablo.
El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno (Mc 4, 8)
¡Sólo una vida!: “Que tu vida no sea una vida estéril. –Sé útil. –Deja poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. –Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón” (S. Josemaría, Camino 1). Y además como cantaban hace tiempo, “sólo se vive una vez…”.
Imagina lo mucho que puedes dar fruto con tu vida
Propósito: ser buena tierra para lo que Dios quiera de mi.