Él recorría ciudades
y aldeas predicando y anunciando la buena nueva del Reino de Dios (Lc 8, 1).
Jesús, no sé qué hubieras
hecho hoy, si habrías abierto una cuenta en Facebook, o un Twitter. Lo que sí
sé es que no te estás quieto, vas de un lado para otro anunciando el Evangelio
(la buena-noticia) que eres Tú mismo, Dios hecho hombre. Y
pensar que yo me rindo ante el primer obstáculo, y que si no hay carro no me
muevo ni con una grúa. Tú caminas aunque te canses, como aquel día en que
fatigado del camino te sentaste junto al pozo a las tres de la tarde (cfr. Jn
4, 6). Yo, en cambio, casi siempre estoy cansado de no hacer nada, y me canso
muy pronto de hacer el bien.
Cuenta a Jesús qué
caminos recorres y por qué.
Le acompañaban los
Doce y algunas mujeres: (...) María, llamada Magdalena, (...) Juana, (...)
Susana y otras muchas que le asistían con sus bienes (Lc 8, 1-3).
Y es que, hay que reconocerlo, Jesús,
las mujeres son expertas en asistir con sus bienes: desde que nací me cuida mi
mamá, siempre tan tierna y pendiente de todo, mi abuela que no se le escapa una.
María, Juana, Susana, ayúdenme a querer más a Jesús, a ser menos tacaño con Él
y con los demás, a saber poner esfuerzo y servir a Jesús en los demás.
Concreta con quién
vas hacer apostolado.
Propósito: Tratar
muy bien a las mujeres de mi familia.