Y los fariseos y los
escribas murmuraban entre ellos: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”
(Lc 15, 2)
Los fariseos pasaron a la historia
como hipócritas. Quizá no todos eran así, pero el hecho es que si te dicen que
sos “fariseo” es porque no sos sincero, porque sos hipócrita. Un hipócrita es
una persona que a veces es de una forma y otras de otra. Como quien lleva una
camisa reversible que dependiendo dónde está o con quién está, es de un equipo
o de otro. Por eso es que los fariseos no se alegran de que Jesús haga el bien.
Les parece que para parecer bueno, no hay que preocuparse de los que no están
bien.
¿No te pasará a ti
que te alejas de tus amigos “malos” en lugar de buscar que cambien? Al fin y al
cabo, ¿son tus amigos, no?
“Quién de ustedes,
si tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el
campo y va en busca de la que se perdió, hasta encontrarla? Y una vez que la
encuentra, se la carga sobre los hombros, lleno de alegría; y al llegar a casa,
reúne a los amigos y vecinos y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque encontré
la oveja que se me había perdido!” (Lc 15, 4-6)
Y cuando a uno le ha
tocado dar la cara, por Jesús, y se ha envalentonado, y le ha dicho a un amigo
que no está bien el estilo de vida que lleva; entonces, ¡qué gran alegría da en
el corazón!
¿Cuándo fue la
última vez que te alegraste porque un amigo tuyo se confesó ayudado de tu
oración y tu sacrificio?
Propósito: salvar
ovejas.