Y sucedió que al
entrar él un sábado a comer en casa de uno de los principales fariseos, ellos
le estaban observando (Lc 14, 1).
Como siempre me sorprende Jesús, que
aceptas ir a esa casa aunque sabes que te han invitado para observarte, para
criticarte. Nos quieres tanto Jesús, que nunca te das por vencido, no tiras la
toalla para intentar que regresemos todos a la vida de unos buenos hijos de
Dios. Jesús, ayúdame a no darme por vencido en la lucha, que no me haga caso si
me desanimo ante mis errores y pecados.
Cuéntale a Jesús
cuándo fue la última vez que te has dado por vencido.
Cuando seas invitado
por alguien a una boda, no te sientes en el primer puesto, no sea que otro más
distinguido que tú haya sido invitado por él, y al llegar el que os invitó a ti
y al otro, te diga: cede el sitio a éste; y entonces empieces a buscar, lleno
de vergüenza, el último lugar (Lc 14, 8-9).
Ahora voy entendiendo. Jesús, como a
veces me creo la gran cosa, o la gran “babosada” como dice un primo mío, me
lleno de vanidad y cuando algo no me sale me estrello y me quedo tirado. El
problema no es la estrellada, es que es más cómodo engañarme diciendo que estoy
desanimado y triste por el fracaso que volver a luchar. Pero con tu ayuda no
hay imposibles que no pueda superar.
¿En qué cosas te
está pidiendo Jesús que luches más?
Propósito: Luchar.