Al que escandaliza a uno de
esos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de
molino y lo arrojasen al mar (Lc 17, 2).
Jesús,
las personas mayores piensan que ser niño es ser tonto. Que los niños no se
enteran de nada, que no ven, ni oyen, ni escuchan… ¡Qué ingenuos, los mayores!
Te dicen: —niño, vete a la cama que esta película es para mayores… o —vamos
a la playa pero no mires mucho… Y yo, que lo veo todo y lo juzgo todo, me
escandalizo y pienso: lo que mancha a un niño, mancha a un viejo. Al que
escandaliza a uno de esos pequeños, más le valdría… Jesús, qué tremendo
es el pecado de escandalizar a un niño.
Cuenta a alguno lo difícil que es nadar en el mar con una
piedra de molino encajada en el cuello.
Si no os convertís y os hacéis
como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 3).
Jesús,
hay gente que ridiculiza la sencillez y la inocencia propia de los niños. Como
si ser niño fuera ser tarado. Por eso no me gusta nada la canción: Antes
muerta que sencilla. Quieren robar a los niños su infancia, que son,
quizá, los años más bonitos de la vida. Y desde pequeños se empeñan en hacerles
mayores, a toda costa: —Pero, ¿aún no tienes novia? —Ay hija, qué aburrida
vas; ponte más sexy. Jesús, todo llegará… a su debido tiempo.
Jesús, que dejen a los niños disfrutar tranquilamente de
su infancia.
Propósito:
por dentro ser niño, aunque me muera de viejo.