lunes, 10 de noviembre de 2014

El que no está conmigo, está contra mí

Al que escandaliza a uno de esos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arro­jasen al mar (Lc 17, 2).
Jesús, las personas mayores piensan que ser niño es ser tonto. Que los niños no se enteran de nada, que no ven, ni oyen, ni escuchan… ¡Qué ingenuos, los mayores! Te dicen: —niño, vete a la cama que esta película es para mayores… o —vamos a la playa pero no mires mucho… Y yo, que lo veo todo y lo juzgo todo, me escandalizo y pienso: lo que mancha a un niño, mancha a un viejo. Al que escandaliza a uno de esos pequeños, más le valdría… Jesús, qué tremendo es el pecado de escandalizar a un niño.
                Cuenta a alguno lo difícil que es nadar en el mar con una piedra de molino encajada en el cuello.
Si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 3).
Jesús, hay gente que ridiculiza la sencillez y la inocencia propia de los niños. Como si ser niño fuera ser tarado. Por eso no me gusta nada la canción: Antes muerta que sencilla. Quieren robar a los niños su infan­cia, que son, quizá, los años más bonitos de la vida. Y desde pequeños se empeñan en hacerles mayores, a toda costa: —Pero, ¿aún no tienes novia? —Ay hija, qué aburrida vas; ponte más sexy. Jesús, todo llegará… a su debido tiempo.
                Jesús, que dejen a los niños disfrutar tranquilamente de su infancia.

Propósito: por dentro ser niño, aunque me muera de viejo.