El fariseo quedándose de pie, oraba para sus adentros: Oh Dios, te
doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni como este publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo
de todo lo que poseo (Lc 18, 9-14).
Jesús, el fariseo de la
parábola se creía muy bueno: No soy como los demás hombres. Solo le hace
falta decir: “No me beso porque no me llego que sino…” Jesús, no hay
cosa más fea que eso de colgarse medallas y hablar bien de uno mismo: Ayuno
dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo. Jesús, ¡ayúdame
a ser humilde! ¡Que no me lo crea!
Santa Teresa: “Humildad es andar en verdad”. Tengo que ser
verdadero.
Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se
humilla será ensalzado”
(Lc 18, 9-14).
(Lc 18, 9-14).
De la mano de San Josemaría, “Déjame
que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad:
—pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás;
—querer salirte siempre con la tuya; —disputar sin razón o —cuando la tienes— insistir
con tozudez y de mala manera; (…) —despreciar el punto de vista de los demás;
—no mirar todos tus dones y cualidades como prestados;(…) —citarte a ti mismo
como ejemplo en las conversaciones; —hablar mal de ti mismo, para que formen un
buen juicio de ti o te contradigan (Cfr. Surco 263).
Sigue leyendo por tu cuenta Surco 263 ¿Te sientes retratado…?
Propósito: no colgarme medallas.
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Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de
falta de humildad:
—pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás; —querer salirte siempre con la tuya; —disputar sin razón o —cuando la tienes— insistir con tozudez y de mala manera; —dar tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la caridad; —despreciar el punto de vista de los demás; —no mirar todos tus dones y cualidades como prestados; —no reconocer que eres indigno de toda honra y estima, incluso de la tierra que pisas y de las cosas que posees; —citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones; —hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan; —excusarte cuando se te reprende; —encubrir al Director algunas faltas humillantes, para que no pierda el concepto que de ti tiene; —oír con complacencia que te alaben, o alegrarte de que hayan hablado bien de ti; —dolerte de que otros sean más estimados que tú; —negarte a desempeñar oficios inferiores; —buscar o desear singularizarte; —insinuar en la conversación palabras de alabanza propia o que dan a entender tu honradez, tu ingenio o destreza, tu prestigio profesional...; —avergonzarte porque careces de ciertos bienes... |