Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando
os expulsen, os injurien (…) por causa del Hijo del Hombre (Lc 6, 22).
Esto
lo entiendo muy bien, Jesús. Y lo entiendo porque si uno se porta bien
automáticamente le caes mal a algunos. Jesús, dame la gracia para ser valiente
y no esconder que te quiero. Que no sea miedoso, que aprenda a dar la cara por
el Papa o la Iglesia. Que no me importe ese tan famoso miedo al qué dirán. Que
viva aquel consejo que escribió San Josemaría: Busca sólo la gloria de Dios y,
amando a todos, no te preocupe que otros no te entiendan (Forja, n. 255).
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¿En qué tipo de situación te pones miedoso?
¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque
tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y
lloraréis! (Lc 6, 25).
Jesús,
hablas bien clarito. No sé que voy a hacer (ayúdame), para no reírme más de lo
que te ofende. Dame la valentía de cortar a los que dicen chistes en contra de
Dios, el Papa o la Iglesia. Dame la valentía de cortar a los que hacen
comentarios impuros. No dejes que me arrastre el ambiente, que sea capaz de
imponer yo el ambiente. Ayudame a descubrir que así los ayudo, los acerco a ti.
Les protejo de las consecuencias que tiene tomarse a juego las cosas sagradas o
serias.
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Camarón que se duerme se lo lleva la corriente, que no sea tu caso
Propósito: No ser
camarón… de los que se duermen.