Y le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y
quieren verte (Lc 8, 20).
Esta
frase, Jesús, me hace pensar en que todas las familias son iguales. Siempre
quieren ver y atender especialmente a los más pequeños o jóvenes. Y yo muchas
veces me hago el rogado o pongo mala cara cuando hay reuniones familiares. Y en
ocasiones llego a decir que son aburridas esas reuniones y que por eso no
quiero ir. Jesús, hoy quiero hablarte de cada uno de los miembros de mi
familia. Y además pedirte que me ayudes a tratar a todos muy bien y a
quererlos.
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Habla con Jesús de cada uno de los de tu familia y pide lo que piensas que
necesitan.
El, respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son
aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen (Lc 8, 21).
Aquí
está el secreto de los buenos hijos de Dios. Me parece entender, Jesús, que un buen
hijo de Dios es el que quiere descubrir cuál es la voluntad de Dios Padre y
luego hacerla. Jesús, ayúdame a que no me deje engañar por la comodidad y me
conforme con simplemente no pecar y creerme después que soy bueno. Y es que a
veces me felicito a mi mismo por lo bueno que soy ya que no he hecho nada malo.
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¿Cuál es la voluntad de Dios Padre para ti? ¡Estás dispuesto a cumplir esa
voluntad?
Propósito: ser buen
hijo de Dios.